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Un 'cadáver político' muy ágil

Dicen que John Major está contra las cuerdas. Que está crispado, cansado, desorientado. Que su caída es cuestión de tiempo. No sólo lo dicen sus rivales políticos, sino, privadamente, algunas personas de su propio entorno. Los diputados se le rebelan y su antecesora le ataca sin el menor recato.Pero, para ser un cadáver político, Major se conserva bastante ágil. Ha salvado en el último minuto las situaciones más críticas, desde las elecciones de abril de 1992 (que ganó con mayoría absoluta contra todos los pronósticos) hasta las trampas para elefantes que han jalonado el proceso de ratificación de Maastricht. Y eso, con una mayoría parlamentaria de sólo 17 escaños y con una gravísima rebelión en su partido.

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El jueves, Major se enfrenta a la prueba definitiva. A todo o nada. Si pierde la votación en los Comunes, tendrá que recurrir a una moción de confianza y quedará expuesto al incontenible impulso parricida de los barones tories. Sólo durará hasta que una de las facciones conservadoras sea lo bastante fuerte como para imponer a la otra su candidato.

Pero, si gana, Major será un cadáver con excelente salud. Sólo tendrá que esperar a que concluya el paréntesis legal en la High Court para comparecer ante los Comunes y decir algo parecido a esto: he conseguido sacar adelante Maastricht y he hecho de la economía británica la más próspera de Europa; ¿aún hay alguien dispuesto a pagarme el entierro?

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