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El "sí" británico a Maastricht, pendiente de los jueces

Un recurso de inconstitucionalidad de los 'euroescépticos' puede paralizar hasta otoño la ratificación del tratado

Enric González

La ratíficación británica del Tratado de Maastricht quedó ayer en el aire. La High Court admitió un recurso de los euroescépticos para que se planteara una revisión jurídica, punto por punto, de todo el proceso de ratificación desarrollado en los últimos 16 meses. La revisión de los aspectos supuestamente inconstitucionales del texto puede durar hasta octubre onoviembre. La maniobra legal se produjo cuatro días antes de la dramática votación final sobre el capítulo social, en la que el Gobierno de John Major parece abocado a una derrota de consecuencias imprevisibles. Por esa razón, y aunque la admisión del recurso es un nuevo golpe para Major, el primer ministro logra ahora un tiempo inestimable para tejer alianzas e intentar salvar el cargo.

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El recurso de los euroescépticos fue presentado ante la High Court (comparable a la Audiencia Nacional española) por Lord Rees-Mogg, antiguo director del diario The Times y enemigo furibundo del primer ministro, John Major. Según Rees-Mogg, el proceso de ratificación no había sido lo bastante minucioso, había incluído irregularidades parlamentarias y carecía, por lo tanto, de legitimidad.El argumento central del recurso era que la ley de aplicación del Tratado para la Unión Europea, que es lo debatido hasta la saciedad en las dos cámaras del Parlamento, contenía implicaciones inconstitucionales sistemáticamente ignoradas.

Lo que ganó ayer Rees-Mogg fue el derecho a exponer prolijamente todas sus quejas ante el tribunal. En el entorno del primer ministro se calificó de "muy poco probable" que la High Court enmendara la plana a la omnipotente Cámara de los Comunes. Pero, aunque el tribunal emitiera una sentencia contraria a sus alegaciones, los euroescépticos habrían conseguido su objetivo (le demorar un poco más la ratificación del tratado.

Es tan espeso el embrollo político, parlamentario y, ahora, jurídico que envuelve la discusión británica sobre Maastricht, que el retraso podría acabar favoreciendo al Gobierno, y no a sus enemigos. La doble votación del jueves sobre el capítulo social, con la que debía concluir la ratificación, se presenta muy oscura para Major. Según sea el resultado, al primer ministro le vendrá muy bien escudarse en la revisión de la High Court para ganar tiempo.

La batalla del capítulo social

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Lo que debe decidirse el jueves es si el capítulo social del tratado, que Major rechazó hace 17 meses en las negociaciones de Maastricht, entra o no en vigor en el Reino Unido. Se vota en los Comunes y en los Lores, pero, por razones de preeminencia constitucional, la decisión significativa será la adoptada por la Cámara baja. La oposición laborista y liberal-demócrata quiere que se incluya, para hacer más progresista la legislación laboral británica. El Gobierno conservador se opone, porque cree que el capítulo social es, en palabras del propio Major, "un mecanismo de destrucción de empleo".Hasta ahí, todo claro. Las cosas se complican con la posibilidad de que una quincena de diputados conservadores euroescépticos voten a favor del capítulo social, con la esperanza de que Major rechace todo el tratado o incluso prefiera dimitir, y otros tres o cuatro conservadores euroentusiastas voten también a favor, por pura convicción. Esas deserciones acarrearían la derrota del Gobierno, cuya mayoría parlamentaria es de 17 escaños y tiene, además, a dos ministros enfermos (Michael Heseltine recuperándose de un infarto, y John Patten hospitalizado por una infección vírica).

No habrá sólo una votación, sino dos. Primero se abordará la moción laborista, en la que se propone la inclusión del capítulo social. Luego la moción gubernamental, que defiende la exclusión. Ahí empiezan las complejidades bizantinas. La idea que acarician los euroescépticos, cuyo puñado de votos es decisivo en ambos casos, se basa en que las dos mociones sean derrotadas. De esta forma, la Cámara de los Comunes sería incapaz de tomar una decisión sobre el asunto y se produciría un bloqueo temporal de la ratificación.

Lo más probable, de todas formas, es una victoria de la oposición. Pero, ¿tendría que aceptarse en ese caso el capítulo social? Según sugirió el domingo el propio Major, no necesariamente. El Gobierno podría recurrir a una argucia legal ya esgrimida hace meses por el ministro de Asuntos Exteriores, Douglas Hurd, y retirar solamente el protocolo del tratado, donde se habla de la exclusión del Reino Unido en cuanto a leyes laborales comunitarias. Como el capítulo en cuestión no es recogido en la ley de ratifilcación, la victoria de la oposición sería en vano.

Si se llega a esa encrucijada, a Major puede venirle muy bien el paréntesis impuesto por la High Court para ganar tiempo, consultar con juristas y decidir después de vacaciones entre las opciones posibles.

La situación es, como se ve, enormemente confusa. Lo único que se puede pronosticar con seguridad es que Maastricht será ratificado, cuando sea y como sea, porque la gran mayoría del Parlamento quiere el tratado. También es predecible, en caso de derrota del Gobierno, la convocatoria de una moción de confianza para el próximo lunes. Las vacaciones parlamentarias han sido aplazadas.

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