Amazonia, el bosque donde todo es posible

"Desde el primer día nuestra gran obsesión fue una: mostrar la diversidad". Jorge Wagensberg, director del Museo de la Ciencia de Barcelona, resumió así ayer el objetivo de una impresionante exposición donde centenares de hojas de todas las formas imaginables comparten un espacio de 1.200 metros cuadrados con una amplísima variedad de insectos, con diversos peces del bosque -en vivo y en modelos-, con dos hormigeros en que se afanan dos especies distintas de hormigas y hasta con una cría de anaconda que cuando sea mayor se acercará mucho a los 10 metros de larga. "La Amazonia es una gran biblioteca genética, el mejor museo de la ciencia del mundo", agregó Wagensberg.La exposición, que se inaugurará hoy y que ayer fue presentada a la prensa, con algunos detalles por acabar, permanecerá abierta al público en uno de los edificios anexos al Museo de la Ciencia al menos hasta finales de 1994. Con algunos de sus módulos se hará también una exposición itinerante que recorrerá España. Su coste es de "algo más de 100 millones de pesetas" y se trata "del proyecto más ambicioso llevado a cabo por el museo", en palabras de Lluís Monreal, director general de la Fundación La Caixa.

"En la Amazonia todo es posible. Y es posible también su contrario", insistió Wagensberg. Y como ejemplo señaló dos mariposas de la exposición, aparentemente idénticas, "pero que su distancia genética es la misma que la que separa el hombre del jaguar". Algunos datos ponen de relieve esa increíble diversidad: en un estanque amazónico del tamaño de una pista de tenis hay más especies de peces que en todos los ríos europeos juntos, del Gudalquivir al Volga; en la superficie equivalente a un campo de fútbol es posible hallar 300 clases distintas de árboles; y en un solo árbol puede uno encontrar hasta 150 especies sólo de escarabajos. Se calcula que en la Amazonia hay 30 millones de especies de insectos.

Monreal recordó que la destrucción de la selva amazónica causó una gran inquietud en el mundo occidental cuando se creía que era el pulmón del planeta. Ya se sabe que no es así, pero considera igualmente oportuno preocuparse por ella para "preservar la biodiversidad como un recurso a largo plazo de la humanidad".

El director general de la fundación puso también de relieve que el reto que afronta el museo desde hace dos años es unir el factor espectáculo de sus grandes exposiciones -predominante en la de los dinosaurios, de hace cuatro años- con una cada vez mayor capacidad de difundir planteamientos estrictamente científicos. En términos muy gráficos de Wagensberg: "Pretendemos con el espectáculo que el visitante abra la boca y, en ese momento, se la llenamos de ciencia". Después de tres expediciones a la Amazonia en un año, Jorge Wagensberg se ha convertido en un auténtico experto en el tema. Asegura que el peor momento de la deforestación ha pasado ya -cabe situarlo entre 1975 y 1985-, aunque de proseguir la tala de árboles el bosque desaparecería totalmente el año 2250. Considera que los propios agricultores que antes la devastaban se han dado cuenta de que es mejor aprovechar la potencialidad de la selva, pero "es necesaria mucha investigación". Y de momento, dice Wagensberg, "hacer caso de la experiencia de los indígenas".