En el espacio vacante
Si exceptuamos algunos trabajos suyos entrevistos en varias ediciones de Arco, es ésta la primera ocasión de contemplar en Madrid un conjunto realmente significativo de piezas del escultor José Pedro Croft (Oporto, 1957), sin duda una de las figuras más interesantes entre las surgidas en el panorama portugués de los años ochenta. La trayectoria de Croft se inserta en la línea de perturbación del debate escultórico posminimalista, ese ámbito de reflexión que trasciende el ensimismamiento analítico, en favor de vías de meditación más ambiguas y excéntricas en torno al cuerpo, los objetos o la experiencia del espacio específico.Las piezas que componen esta muestra, todas de la etapa más reciente de su producción, tienden a centrarse en tomo a dos factores característicos de la evolución última del escultor portugués. De un lado, la alusión recurrente a imágenes de elementos contenedores, formas objetuales y constructivas que llevan implícito de algún modo su carácter negativo, referencias vacantes que introducen el vértigo de una ausencia en el vínculo que establecen nuestros cuerpos con el espacio.
José Pedro Croft
Galería Fúcares. Conde de Xiquena,12, lo izquierda. Madrid. Hasta el 17 de mayo.
De otro lado, la desviación de la verticalidad o la situación de equilibrio inestable que marca, de modo diverso, la situación de muchos de estos trabajos, nos remite de nuevo a un interés prioritario en el último Croft, relativo al tema de la gravedad, en el que se abre, una vez más, una frontera de perturbación en nuestra ubicación espacial. Esa inercia a desplazar siempre el sentido de su trabajo hacia umbrales de inestabilidad extrae su particular energía en una vía muy interesante. Esencialmente antidramática, basa lo esencial del método en una tendencia general a la depuración de sus recursos para, posteriormente, introducir factores de ruptura de naturaleza igualmente elemental, desde los que se quiebra en forma más radical la ilusión de pureza arrastrada a lo largo de todo el proceso.
Babelia
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