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Washington y Bruselas alcanzan un acuerdo parcial que evita la guerra comercial

Lluís Bassets

El inicio de una nueva escalada de tensión comercial entre Estados Unidos y la Comunidad Europea estaba sólo pendiente de una llamada telefónica entre los dos negociadores, el representante del Departamento de Comercio, Mickey Kantor, y el comisario europeo, Leon Brittan, que se habían despedido en Washington, tras dos días de conversaciones, sin resultados aparentes. Todos los indicios e incluso declaraciones permitían pensar que hoy mismo iba a producirse el anuncio de sanciones comerciales por parte norteamericana, con el consiguiente deterioro de las relaciones transatlánticas. Pero a última hora de la tarde Brittan pudo anunciar "un acuerdo parcial, un desacuerdo parcial y un proceso que nos llevará al acuerdo final". Es decir, entre Washington y Bruselas empieza a funcionar la comunicación en vez de la guerra.

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Ni el propio Leon Brittan pudo desvelar los detalles del acuerdo que se intuye complejo y lleno de resultados potenciales. Pero a grandes rasgos se trata de una mutua liberalización del sector del equipamiento eléctrico pesado, un calendario de trabajo para los sectores del agua y de los transportes (aeropuertos y puertos incluidos) y un desacuerdo total en telecomunicaciones. Implica que la Comunidad Europea mantendrá la limitación incluida en el artículo 29 de su directiva sobre mercados públicos para las telecomunicaciones y que Estados Unidos anunciará las sanciones equivalentes. A la vez, la Comisión Europea propondrá al Consejo de Ministros la derogación del polémico artículo 29 para las empresas norteamericanas que quieran acceder al resto de los mercados públicos europeos.El acuerdo tiene una vigencia de dos años. Ello significa que es el plazo de tiempo que se dan las dos partes para cerrar el proceso en los dos sectores donde sólo se ha empezado a estudiar cómo liberalizar los mercados respectivos y posiblemente para intentar buscar alguna fórmula para las telecomunicaciones. Dentro de un año, si alguna de las partes no está satisfecha con el funcionamiento de la liberalización, podrá denunciar el acuerdo en su conjunto y regresar así a la situación de partida.

Kantor y Brittan han acordado encargar a una personalidad independiente la realización de un estudio de detalle sobre las limitaciones que ofrecen ambos mercados. A la vez, la Administración federal efectuará una consulta con los Estados, con los grandes municipios y con las empresas públicas intermedias para conocer hasta dónde puede llegar la liberalización de los mercados subfederales. En función de cómo ande el conjunto del acuerdo, Washington tiene previsto incluso llegar a legislar para abrir estos mercados a la competencia extranjera. Según Brittan, 33 Estados se hallan dispuestos a hacer concesiones, mientras que otros 17 consideran que deben mantener las limitaciones.

Derecho a reaccionar

El comisario europeo aseguró que el acuerdo serviría "para estimular" las mutuas relaciones y para crear "un clima mucho más amable" entre las dos partes. Añadió, sin embargo, que la Comunidad Europea "se reserva el derecho a reaccionar" a las sanciones que se puedan producir en las telecomunicaciones.

Las sanciones comerciales que se esperaban para hoy afectaban a una cartera de pedidos de unos 50 millones de dólares (alrededor de 5.800 millones de pesetas), correspondientes a contrataciones por parte de entidades públicas de obras y servicios de empresas de telecomunicaciones, agua, energía eléctrica y transportes europeas. No se ha evaluado todavía qué significan económicamente las concesiones en equipos eléctricos realizadas por ambas partes.

Washington ha aplazado por dos veces el cierre de sus mercados públicos federales a las empresas europeas, primero con motivo de la visita del presidente de la Comisión, Jacques Delors, a la Casa Blanca, el 18 de marzo, y luego con motivo de la primera visita de Kantor a Bruselas, el día 29.

La única condición que exigía Kantor para evitar las sanciones era la misma que pidió en su origen: la derogación del artículo 29 de la directiva europea sobre mercados públicos, que proporciona un 3% de ventaja a las empresas comunitarias respecto a las de los países que no cuenten con acuerdos de mutua apertura de mercados con la CE.

El comisario Brittan, conocido por su habilidad y dureza como negociador, quiso obtener alguna ventaja en la apertura de los mercados norteamericanos que le permitiera pedir al Consejo de Ministros la derogación del artículo decisivo. Esto es ahora una realidad: Brittan tiene algunas ventajas, que le permiten pedir la derogación al Consejo de Ministros, y Kantor se prepara a seguir aplicando rigurosamente su doctrina a los sectores comerciales donde no hay derogación.

Aunque los dos años de tregua firmados ayer no son ni guerra ni paz, significan una rendija de esperanza en un clima de relaciones seriamente deteriorado.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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