Más de 7.000 restos de satélites y decenas de reactores nucleares giran en órbita terrestre
La primera Conferencia Europea de Desechos Espaciales reúne desde ayer en Darmstadt (Alemania) a 250 expertos europeos, estadounidenses, japoneses y rusos para discutir los riesgos que suponen para la explotación del espacio la basura generada por la propia actividad humana en órbita. Se calcula que hay ya unos 7.000 fragmentos de tamaño superior a 10 centímetros dando vueltas a la Tierra. Son restos de cohetes y de satélites, e incluso decenas de reactores nucleares.
Los especialistas convocados en Darmastad por la Agencia Europea del Espacio (ESA) discuten en la conferencia, de tres días de duración, qué medidas se pueden tomar para reducir el número de estos meteoritos artificiales, vigilarlos e incluso destruirlos. La primera sesión de la reunión se dedicó a exponer los planes de las cuatro grandes agencias espaciales (europea, estadounidense, rusa y japonesa), los sistemas de vigilancia establecidos y los estudios de simulación de riesgo.Los pioneros del espacio temían que los meteoritos fueran un serio peligro en los viajes espaciales, tanto para los astronautas como para los artefactos automáticos. Sin embargo, casi cuatro décadas de experiencia han demostrado que ese riesgo es bajo en comparación con el que supone la basura generada y abandonada por la propia actividad espacial.
En 1983, los astronautas que vivían en la estación espacial soviética Saliut-7 oyeron un extraño impacto. Posteriormente salieron de la nave y descubrieron un cráter de cuatro milímetros en una de las ventanas. Poco antes, uno de los parabrisas del transbordador espacial Challenger sufrió una fisura por el choque de una partícula de 0,3 milímetros viajando a cuatro kilómetros por segundo.
11.200 kilómetros por hora
En 1982, al transbordador Columbia le pasó a sólo 12 kilómetros de distancia una pieza de un cohete soviético lanzado en 1975; el proyectil llevaba una velocidad de 11.200 kilómetros por hora y el, impacto con la nave habría sido catastrófico.
Dos centros, uno en EE UU y otro en Rusia, se encargan actualmente de la vigilancia de chatarra espacial mediante rádares y observaciones ópticas. Mantienen el seguimiento de unos 7.000 fragmentos de un tamaño mínimo de diez centimetros en órbitas bajas (de 200 a mil kilómetros de altura) y de un metro en órbita geoestacionaria (a 36.000 kilómetros de altura), según datos de la ESA. Pero las estimaciones indican que debe haber entre 30.000 y 100.000 micrometeoritos artificiales. Estos pequeños objetos, viajando a la hipervelocidad de 18.000 kilómetros por hora, son prácticamente imposibles de detectar y potencialmente muy peligrosos para cualquier nave que se cruce en su camino, aseguran los expertos reunidos en Darmstadt. En el enjambre de fragmentos de basura espacial no sólo hay trozos de chapa, tornillos o partículas de pintura. Hay también una tonelada de uranio-235 y otros materiales radiactivos en órbita, afirma la especialista Beatrice Lacoste en su libro Europe: stepping stones to space. Son los restos de los reactores nucleares que alimentan algunos satélites rusos y americanos. Los primeros han enviado 31 artefactos Cosmos dotados con reactores nucleares para alimentar los potentes rádares de a bordo. Una vez concluida la vida útil de estos satélites, el reactor debe separarse de la nave y situarse en una órbita de seguridad, pero en dos ocasiones los reactores han caído a la Tierra.La ESA organizó en 1985 un grupo de trabajo para estudiar los riesgos de la basura en órbita. Debido a las altas velocidades de los fragmentos de chatarra espacial los especialistas reconocen que no es realista por el momento plantear una operación de limpieza, pero se pueden tomar precauciones. Se aconseja, por ejemplo, que los artefactos espaciales, una vez concluida su misión, sean desviados a órbitas cementerio donde no estorben a los satélites en operación o futuros, como ha hecho ya la ESA con sus artefactos GEOS-2, OTS y Meteosat-2.
Una técnica en estudio sería destruir con láser los fragmentos, pero los especialistas han advertido que sólo se podría recurrir a ella garantizando la evaporación total de la pieza.
Sin legislación
No existe legislación internacional que se ocupe explícitamente del asunto, aunque sí se han establecido algunas propuestas. Así, la ONU recomendó en 1992 que sólo se utilicen motores nucleares en misiones interplanetarias.
La mayoría de los trozos de chatarra están en órbitas bajas, donde se colocan las estaciones espaciales, los satélites de teledetección y equipos como el telescopio espacial Hubble. Casi 500 fragmentos de 10 o más centímetros están en órbita geoestacionaria, muy utilizada por los satélites meteorológicos y los de comunicaciones.El riesgo de que el Hubble sufra un desperfecto por el impacto de un fragmento artificial es del 4% en 17 años. El peligro es mayor -un 2,1% en diez años- en las estaciones espaciales. Para el satélite ERS-1, la ESA ha estimado un riesgo de impacto del 1% al 2% en los cinco años de vida útil.
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