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Emilio Lledó dice que la cultura ética es el gran reto de la Universidad del futuro

Solé Tura entrega en Salamanca los Premios Nacionales 1992 a 19 escritores y artistas

Andrés Fernández Rubio

El filósofo Emilio Lledó dijo ayer que no se dará nunca una verdadera cultura científica "si la Universidad no es base, cuna y centro de cultura ética y moral, de formación de hombres". Lledó fue en la modalidad de ensayo, por El silencio de la escritura, uno de los 19 escritores y artistas distinguidos con los Premios Nacionales 1992 del Ministerio de Cultura. En el paraninfo de la Universidad de Salamanca, el ministro Jordi Solé Tura entregó ayer los galardones. En la histórica sala compartieron asiento intelectuales puros con traductores, dramaturgos, cineastas, actores, músicos y artistas de circo.

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"El teatro no tiene remedio"

Los premios tienen sentido cuando su intención "es estímulo para defender la cultura", dijo Lledó, mientras que Francisco Nieva (premio de Teatro por su obra El manuscrito encontrado en Zaragoza), de quien Solé Tura había destacado su carácter de crítico implacable, dijo: "Yo soy crítico siempre, y a veces, cuando me premian, más; es una reacción en mí muy natural".A la cita faltaron Antonio Muñoz Molina (premiado como narrador por El jinete polaco) y el pianista Joaquín Achúcarro, ambos de viaje por Estados Unidos. Dos de los premios fueron a título póstumo, el de artes plásticas a Carlos Alcolea y el de poesía a Basilio Fernández López. Entre los asistentes se encontraban José Jiménez Lozano (premio de las Letras españolas), que pronunció el discurso de agradecimiento; Miguel Artola (Historia); Esther Benítez, Laureano Ramírez Bellerín y Vicente Fernández (Traducción); Carmen Vázquez Vigo (Literatura Infantil y Juvenil); Berta Riaza y Manuel de Blas (Teatro); Carmelo Bernaola (Música); Marlo Maya (Danza), Miss Mara (Circo) y José Luis Garci y María Luisa Ponte (Cine).

"La cultura tiene que ser respetada", en opinión de Emilio Lledó, "y por eso este tipo de actos, con ese lado oficial inevitable, son al mismo tiempo manifestación de reconocimiento de algo que es lo que queda más profundamente en el ser del hombre, que es el mundo cultural, la cultura de una manera muy amplia, la que hace al hombre sentirse orgulloso de serlo al pensar en ciertos grandes creadores, músicos, filósofos, poetas o artistas".

Defender lo creativo

La defensa de lo creativo es uno de los retos más importantes que se presentan en los próximos años, y, según Lledó, la clave es la educación, "palabra muy deteriorada y hasta cierto punto tópica, pero no hay democracia que no se alimente de la educación. Y los griegos, que crearon la palabra democracia, y también sus contenidos y la democracia real, inventaron ese maravilloso producto que es la paideia, la educación, como el único instrumento mental que permite hacer a los hombres verdaderamente democráticos y creadores. Hay que luchar, y los medios de comunicación tienen una responsabilidad grande en ello, al servicio de la creación de esos hombres nuevos, creativos, reflexivos y originales".Para ello, no hay que avergonzarse de volver a un discurso s casi decimonónico, como el de la Institución Libre de Enseñanza, "cuyas directrices muchas veces i se han olvidado", según Lledó. "Tenemos que luchar por los ideales del humanismo, esa palabra que está tan deteriorada a causa de la manipulación de gente que no amaba los derechos de lo humano o por equivocaciones u olvidos de lo que el humanismo tiene de creador, mirador del futuro, instalación en el mundo y, en una palabra, amor al mundo".

El ideal educativo

La Universidad española no está aún preparada para afrontar ese ideal de educación. "Tendría que dar un gran salto hacia ciertos ideales de libertad", dice Emilio Lledó, "y desanquilosarse del formalismo que todavía tiene. En este sentido, en 1810 se crea la Universidad de Berlín, bajo el modelo de libertad y soledad, las dos palabras que forman su lema. Esa idea de la libertad de los alumnos para escoger a sus profesores y de los profesores para renovar continuamente su enseñanza se sigue manteniendo en esencia en las universidades alemanas. Tales estímulos para crear la Universidad del futuro se necesitan en España urgentísimamente. Me parece que muchos de los ideales de la Institución Libre de Enseñanza no sólo no se han cumplido sino que casi se han olvidado. Y sus miembros se movían sobre esas directrices, sobre esa idea de libertad que rige el conocimiento. No libertad desde el punto de vista autonómico o desde otras perspectivas triviales, sino la libertad de los alumnos; no desde la perspectiva de los planes de estudio, que son como unos corsés extraños, sino de la acentuación de la palabra estudio, que quiere decir creativo, abierto y poco asignaturesco".

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