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Amato, consigue un nuevo voto de confianza en una sesión plagada de insultos y abucheos

El primer ministro italiano, el socialista Giuliano Amato, no seguirá en la política activa por mucho tiempo. Pero ayer logró, al menos, imponerse sobre un Parlamento cuyas contradicciones denunció con firmeza, superando un auténtico guirigay de insultos, amenazas y gritos impropio de políticos civilizados. Votaron por su continuidad 143 de los 242 senadores presentes en el debate. "No es posible que me sigan pidiendo públicamente que dimita, cuando, en privado, me dicen que continúe", dijo Amato, antes de lograr este décimosegundo voto fáctico de confianza en los últimos 10 años.

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"¡Basta. A callar. Os diré lo que nadie os ha dicho!", gritó Amato exasperado hacia los bancos de la izquierda comunista y ex comunista, que le impedían hablar con sus gritos de "¡Bufón!" y "¡Dimisión!" reiterados en grandes pancartas. "Pido a los partidos de la mayoría que apoyen al Gobierno y pongan fin a las incertidumbres. Y pido también que levanten la mano los miembros de la oposición que no quieran la disolución de este Parlamento", dijo el primer ministro.Sólo los grupos más pequeños, como Refundación Comunista, el neofascista Movimiento Social Italiano o el movimiento La Rete quieren elecciones inmediatas. El Partido Democrático de la Izquierda (PDS, ex comunista), mayoritario de la oposición, las rechaza, lo mismo que la Liga Norte, hasta que se apruebe una ley electoral menos proporcional que la vigente. El PDS pedía, sin embargo, la dimisión de Amato, aún cuando la actual composición del Parlamento impide prácticamente una alternativa de Gobierno.

El pasado martes, las tres grandes centrales sindicales, incluida la mayoritaria CGIL, que aglutina a socialistas, y ex comunistas afines al PDS, pidieron la continuidad de un Gobierno caracterizado por una política económica que los sindicatos combaten abiertamente. Sin embargo, a la hora de denunciar la incoherencia de los partidos y de la sociedad italiana, Amato se centró en lo ocurrido con la fallida ley del perdón que el presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, se negó a firmar el pasado domingo. Todos la querían, vino a decir Amato, y luego todos la han rechazado.

El jefe del Gobierno se, refirió en concreto a escritos en ese sentido de Massimo D'Alema, portavoz parlamentario del PDS.

"El país siente una profunda necesidad de justicia, pero también de salir de la crisis, de recuperar la confianza, de no seguir sufriendo el asalto de este continuo parte de bajas", afirmó Amato ante un Senado que había ya aprobado en comisión un proyecto de ley que despenaliza la financiación ilegal de los partidos, introduciendo sanciones administrativas aún más débiles que las aprobadas por el Gobierno.

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"No soy un hombre para todas las estaciones. El cambio es esencial y ahí quiero dar ejemplo: la conclusión de esta experiencia mía como presidente del Gobierno, ocurra en un día, en un mes o en un año, será también el fin de mi experiencia política", concluyó Amato.

"El presidente del Gobierno se encuentra en una posición muy difícil, y sólo eso explica que haya podido entender en lo escrito por mí que el PDS era contrario a la despenalización", le respondió D'Alema. "Amato debe decir quiénes son los partidos y los hombres que le piden que se quede", afirmó el también ex comunista Pietro Ingrao, "porque no puede tirar la piedra y esconder la mano".

Giovanni Spadolini, presidente del Senado, intervino para silenciar al senador comunista Lucio Libertini, que se lanzó a atacar al jefe del Estado, Scalfaro, acusándole de ha ber sido hasta el último minuto cómplice de Amato en la despenalización por decreto. Spadolini hubo de intervenir, sobre todo, contra los incontrolables diputados neofascistas y de la Liga que, como hacen con frecuencia, lanzaron billetes falsos sobre los bancos del Gobierno.

Un senador socialista reaccionó, y conserjes vestidos de smoking hubieron de intervenir para que los honorables no llegaran a las manos. Los italianos siguieron en directo, por televisión, este poco edificante espectáculo, tantas veces repetido durante el último año.

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