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El español Santiago Calatrava participará en la reforma del Reichstag de Berlín

Los arquitectos Foster y De Bruyn compartirán también la renovación del Parlamento alemán

La forma del Berlín del futuro, así como del que será su más emblemático edificio, el remozado viejo Reichstag, empezó a dibujarse finalmente ayer, cuando se abrieron las plicas de los proyectos ganadores de los concursos de ideas para la renovación de] que fuera el parlamento alemán y para la construcción de¡ barrio gubernamental en la llamada curva del río Spree. En el primer caso, el español Santiago Calatrava, el británico Norman Foster y el holandés Piet De Bruyn compartieron el primer premio. El plan urbanístico del arquitecto berlinés Axel Schultes resultó vencedor en el segundo.

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Sin embargo, ninguno de los proyectos premiados ayer tomará forma tal y como lo han concebido sus creadores. Según indicó la presidenta del Bundestag (parlamento alemán), Rita Süssmuth, a partir de ahora empieza la fase de desarrollo de los mismos, en la que intervendrán tanto los técnicos como los políticos, y los proyectos definitivos se conocerán antes del verano. En la conferencia de prensa que tuvo lugar tras la apertura de las plicas, además de Süssmuth y el alcalde de Berlín Eberhardt Diepgen, se encontraban presentes Foster, De Bruyn y Schultes, pero no Calatrava. Cada uno de ellos obtuvo 120.000 marcos (ocho millones de pesetas).Para el proyecto urbanístico de las 70 hectáreas que ocupará el nuevo barrio gubernamental, una pieza clave, junto con el de la Potsdammerplatz, para unir las dos partes de la ciudad separadas por la guerra fría, se presentaron 836 proyectos. Un jurado compuesto por políticos y expertos en arquitectura, seleccionó en una primera fase 25 de ellos y optó finalmente por el de Schultes. El plan vencedor respeta las alturas máximas de cuatro pisos del Berlín guillerminiano, al no poder superar ninguno de los edificios la altura del Reichstag, y coloca el futuro edificio del Bundesrat (la cámara territorial), al que ha dado una forma semicircular, frente al del Reichstag.

Abierta la polémica

Las primeras impresiones apuntan a un cierto conservadurismo, en el sentido de que el proyecto de Schultes opta por revivir el estilo tradicional de la vieja capital prusíana en contra de las opciones más radicales que preferían una clara ruptura con el pasado. A nivel popular, sin embargo, la discusión parece centrarse más en el temor de los berlineses de que "los políticos de Bonn" quieran crearse "su propio gueto" al estilo del actual barrio gubernamental de la pequeña ciudad del Rin.

Desde el Gobierno, cada vez que alguna institución berlinesa pedía que la curva del Spree incluyera, además de los edificios de las instituciones del Estado centros comerciales y zonas de acceso privado, se ha esgrimido el tema de la seguridad. Concretamente, un funcionario replicó a quienes pedían una zona de galerías comerciales con el siguiente argumento. "¿Que quieren, que el canciller KoHl trabaje encima de una pizzería?". En cualquier caso, el proyecto premiado ayer solo es una base de trabajo que, además, debe concordar con los planes urbanísticos de la ciudad que, por otra parte, debate ahora el proyecto de su candidatura a albergar los Juegos Olímpicos del año 2.000, que podrían también solaparse con los del barrio gubernamental.

En cuanto al proyecto de adaptación del Reichstag para sus funciones como parlamento de trabajo, que conlleva la peliaguda cuestión de qué hacer con la cúpula destruida en el incendio de 1933, los tres diseños ganadores no pueden ser más distintos, aunque todos ellos opten por la no reconstrucción de este elemento. El de Foster, por ejemplo, consiste en un inmenso palio transparente que cubre todo el edificio y se sostiene sobre 25 columnas. Calatrava, por su parte, opta por una gran cúpula de cristal y acero que cubra la totalidad de la sala de sesiones plenarias, mientras que De Bruyn ha decidido sacar a los legisladores del viejo edificio y colocarlos en una enorme esfera transparente frente al mismo.

Las primeras críticas han ido en el sentido de calificar los proyectos de "poco respetuosos" por su atrevimiento al incrustar arquitectura moderna en un edificio antiguo, pero, pese a que la decisión final aún no se ha tomado, a tenor de la decisión del jurado, el destino del viejo Reischstag parece pasar por que le crezca una cáscara de acero y cristal. El alcalde de Berlín, el democristiano Eberhard Diepgen, no podía estar ayer más entusiasmado. Después de que hace casi dos años, en junio de 1991, los diputados votaran por escasa mayoría trasladar el Gobierno a Berlín, el traslado parecía aplazarse cada vez más, mientras que en Bonn se seguían inaugurando nuevos edificios oficiales.

"Este es el gran intento de crear una ciudad bella, viva y, al mismo tiempo, que sea la capital representativa del final del siglo XX en un Berlín que fue duramente tocado por la guerra y la reconstrucción", dijo Diepgen. Las posibilidades de que el Gobierno se traslade a su nueva sede antes de fin de siglo son, sin embargo, escasas. Ayer mismo, un portavoz del canciller Helmut Kohl negó desde Bonn las informaciones del Berliner Morgenpost que aseguraban que el canciller había decidido trasladarse a Berlín el año próximo.

En los últimos tiempos se han producido nuevas iniciativas parlamentarias para congelar la decisión tomada en 1991. Lo que parece claro es que en estos momentos no hay dinero ni ganas de gastarlo en la tesorería de Bonn para el traslado.

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