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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El principio de una gran amistad

LOS ACTOS celebrados ayer en Bonn, con la participación de Kohl y Mitterrand, conmemoran el 30o aniversario del Tratado del Elíseo, cuya firma por De Gaulle y Adenauer selló la reconciliación franco-alemana: algo que incidiría decisivamente en la historia contemporánea de Europa. En 1963, esa reconciliación era una aspiración llena de incógnitas. La historia invitaba al escepticismo: también después de la I Guerra Mundial se habían reconciliado solemnemente el ministro francés Briand y el alemán Streesman. No muchos años después llegaron el hitlerismo y la guerra. Por eso lo iniciado por el tratado de 1963 es realmente nuevo. Y ello se debe sobre todo a que no expresó sólo los buenos deseos de unos políticos, sino que caló en la gente de la calle.La reconciliación entre franceses y alemanes no ha sido algo fácil y espontáneo: los recelos nacionales suelen ser persistentes. Ha sido fruto de una inteligente y compleja acción política llevada a cabo, por ambas partes, por un conjunto de políticos de diferentes ideologías capaces de entender que lo prioritario era crear las condiciones que impidieran el retorno del pasado. Gran número de acciones concretas, sobre todo frente a los jóvenes, ha ido tejiendo un conocimiento y unos sentimientos basados no en el pasado, sino en las realidades de hoy. Ayer, Kohl propuso crear en las ciudades de más de 200.000 habitantes clases especiales en las que se puedan estudiar los dos bachilleratos, el francés y el alemán. Ello supone objetivizar la historia, sobre todo en ciertos temas delicados, de forma que la estudien igual los escolares alemanes y los franceses.

Quizá lo más sorprendente en este proceso de acercamiento es que haya podido materializarse en el terreno militar. Está ya avanzada la creación del cuerpo de ejército franco-alemán, que en 1995 estará ya en condiciones de operar con unos 40.000 hombres. En el problema tan complejo de la diversidad de idiomas se ha llegado a una fórmula significativa: los mandos franceses hablan alemán cuando se dirigen a un alemán, y viceversa. Por otra parte, la firma ayer por la OTAN y los jefes de Estado Mayor alemán y francés de un acuerdo sobre las formas de cooperación de dicho cuerpo de ejército y la OTAN subraya su importancia. Es además un paso más de Francia hacia la colaboración con la OTAN en el campo militar, a lo que ha sido anteriormente reacia.

Pero este desarrollo positivo de las relaciones entre París y Bonn hubiese sido. inimaginable si no hubiese tenido lugar en el marco de la construcción europea. No sería posible crear Europa sin la base de una sólida amistad franco-alemana. Pero tampoco esta amistad hubiese podido florecer sin el proyecto europeo. No han faltado momentos difíciles. Cuando de pronto surge la posibilidad inesperada de la unidad alemana, hay en Francia dudas y temores. Sólo la opción resuelta por Europa, por integrar la nueva fuerza de una Alemania unida en Europa, permite evitar que rebrotasen los nacionalismos.

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En estos momentos en que los nacionalismos triunfan en numerosos países -con consecuencias trágicas en muchos casos-, cobra vigor la teoría de que el hombre tiene dentro de sí, como algo insuperable, unos odios hacia otras naciones creados a lo largo de la historia. Así ha sido indiscutiblemente entre franceses y alemanes durante mucho tiempo; y ese sentimiento estimuló las causas que llevaron a las dos guerra mundiales. Por eso es tan interesante el ejemplo de las últimas décadas. Indica que la superación de los viejos odios depende de la política. Una labor política inteligente, existiendo regímenes democráticos, puede dar conciencia poco a poco a pueblos tradicionalmente enemigos de que tienen entre sí intereses comunes fundamentales, hacer que se conozcan directamente en su realidad cultural y humana y tejer asimismo entre los sistemas políticos y militares formas de acción conjunta susceptibles de borrar los odios ancestrales.

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