Bagdad se niega a negociar "bajo el terror"
RAMÓN LOBO ENVIADO ESPECIAL, La capital iraquí, aún bajo el impacto del bombardeo del domingo, se disponía a enterrar a sus muertos, cuando ayer por la mañana, a las 7.30, hora española, los aviones de combate de los aliados en la guerra del Golfo volvían a golpear con un nuevo ataque. Era el tercero en tan sólo cinco días. Afectó al sur del paralelo 32 y al norte del paralelo 36, las dos zonas de exclusión aérea decretadas por los aliados, y buscaba destruir los sistemas de defensa iraquíes. El Gobierno de Bagdad dijo que el número de muertos por el bombardeo de ayer se eleva a 21. La capital iraquí vivió una jornada de sobresaltos, lo mismo que otras seis ciudades del norte del país. Por la tarde, sus baterías antiaéreas aún disparaban al cielo sin detectar ningún ataque. El ministro de Información de Irak, Hamed Yusef Hummai, fue tajante al afirmar que Irak está dispuesto a negociar, pero no bajo la presión del terror causado por los continuos ataques aéreos.
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Bagdad y otras seis ciudades del norte y del sur de Irak viven una jornada de terror bajo las bombas
Viene de la primera páginaLa noche de Bagdad volvió a iluminarse ayer. A las 6.45, hora local, los señuelos, destinados a confundir los aviones, empezaron a estallar en el cielo de la capital. No había noticias de un ataque, pero los nervios estaban a flor de piel.
Aquí todo el mundo espera que se sucedan los hechos del domingo. "¡Quedan tres días! ¡Quedan tres días!", gritan los iraquíes tras el ataque de ayer.
Parece existir un con miento colectivo de que todos los males del país acabarán, por arte de magia, con la transición de poderes en Estados Unidos. "Con Clinton, las cosas no pueden ir peor que con Bush; eso es imposible", decía anoche un joven.
El ataque del domingo ha reactivado los peores recuerdos de la guerra del Golfo. Los iraquíes han vuelto a hacer cola en las gasolineras para llenar los depósitos y los bidones de emergencia que luego -guardan en el jardín de sus casas. Sadam Husein ordenó ayer que sean incrementadas las raciones de alimentos a la población (harina, arroz, azúcar y aceite), impuestas desde hace año y medio debido al embargo internacional, en un probable intento de asegurarse el apoyo de los iraquíes en los tiempos difíciles que se avecinan.
Tras la nueva operación aliada al sur del paralelo 32 se han multiplicado los temores a una nueva incursión aérea sobre la capital. Los agoreros señalaban que podía ser en las próximas horas. El último balance oficial de víctimas habla de 21 muertos en los ataques a la capital y en el sur y el norte del país.
El bombardeo en el sur alcanzá las ciudades de Samawa, en la carretera de Bagdad-Basora, a 250 kilómetros de la capital; Tallil, Nayaf, Al Amarah y Basora. El objetivo, según los aliados occidentales, eran las baterías de misiles antiaéreos iraquíes. Al norte del paralelo 36, los bombardeos se centraron en instalaciones de radar y en una base en las proximidades de la populosa ciudad de Mosul. Según fuentes turcas, los aliados derribaron un avión iraquí.
La alarma también se extendió a Kuwait y a Arabia Saudí. Fuentes militares occidentales difundieron que Irak había lanzado un misil Scud contra la ciudad petrolífera saudí de Dahran y fue destruido antes de alcanzar su objetivo. Las sirenas sonaron dos veces durante cinco minutos, pero fue una falsa alarma. No había misil. En Kuwait, el aeropuerto fue puesto en estado de máxima alerta durante una hora, obligando a los pasajeros y al personal a cobijarse en los refugios antiaéreos.
Entierro multitudinario
La prensa iraquí llamaba ayer a los iraquíes "a la resistencia" y "al combate contra los agresores", tomando como base las consignas de la víspera dadas por Sadam. Desde primeras horas de la mañana, amigos, parientes y simpatizantes se con centraron a las puertas del hotel Al Rashid para rendir homenaje a los dos muertos del domingo. El cortejo fúnebre partió del hotel, en el corazón de Bagdad, hasta el cementerio envuelto en los gritos de "Alá o akbar" (Dios es grande) y "los mártires son los bienamados de Dios".
En la mañana de ayer miles de personas se concentraron frente al hotel para despedir a Amira, una de las víctimas del bombardeo del domingo, a quien se le tributó un funeral casi de Estado. El escenario era sobrecogedor: un féretro de madera cubierto con la bandera iraquí y rodeado de soldados con uniforme de gala. Una hermana de Amira, presa del dolor, decía "Mi hermana ya no se casará". Amira, de origen sirio, pensaba contraer matrimonio antes del verano. Poco después en el mismo lugar el ministro de Información, Yossuf Hamadi, dijo a los periodistas: "Estamos dispuestos a dialogar, pero las bombas no lograrán aterrorizamos".
Radio Bagdad también exhortó ayer a las Fuerzas Armadas iraquíes a responder a los misiles y aviones "enemigos" que penetren en el espacio aéreo de Irak. "Es el día de la confrontación con los enemigos de Dios y de la Humanidad", dijo la emisora, que añadió dirigiéndose a los soldados: "La gloria os espera con cada diparo dirigido contra los aviones y los misiles de los traidores".
Mientras Sadam se reunía con los mandos militares, el ministro de Información, Hamed Yosuf Hamadi, manifestaba que Irak está dispuesto a entablar negociaciones, pero no bajó el térror de los repetidos ataques aéreos. "La Administración Bush y sus aliados", dijo a los periodistas, "tienen que llegar a una solución diplomática y política". Hummai destacó que los norteamericanos lanzaron un misil contra el hotel Al Rashid.
Fuentes militares iraquíes informaban ayer que sus baterías destruyeron ocho de los misiles crucero Tomahawk de largo alcance lanzados por EE UU el domingo, desde el portaaviones K¡tty-Hawk, situado en el golfo Pérsico, contra una supuesta planta de fabricación de elementos nucleares situada en Zafaraniyán, un barrio de las afueras de Bagdad.
Ayer, las autoridades iraquíes facilitaron a la prensa internacional una visita a las instalaciones. Según los iraquíes, entre 25 y 30 misiles alcanzaron la fábrica Al Nida considerada por el Pentágono como un centro para producción de componentes nucleares y por el régimen de Bagdad como una industria de componentes electrónicos.
El director de la fábrica, Yahya Nsayef, dijo que doce edificios de este enorme complejo han quedado destruidos. Negó categóricamente la versión norteamericana y aseguró que las piezas fabricadas allí eran destinadas sólo a fines civiles.
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