Naciones Unidas rechaza las condiciones de Irak para los vuelos de inspección de sus observadores
Naciones Unidas rechazó anoche las nuevas condiciones impuestas por el régimen de Bagdad para permitir la reanudación de los vuelos de los aviones de sus observadores sobre territorio iraquí. Tarek Aziz, el viceprimer ministro iraquí, dijo ayer que se autorizarán los vuelos de la ONU sólo si proceden de Jordania, para evitar así el reconocimiento de la zona de exclusión impuesta unilateralmente por Estados Unidos, Francia y el Reino Unido bajo el paralelo 32. El Péntagono, que permanece en máxima alerta, reconoció ayer, por primera vez, que los aparatos estadounidenses y aliados fueron atacados por las baterías antiaéreas de Irak los pasados jueves y viernes, cuando sobrevolaban las zonas de exclusión impuestas al norte y al sur del país.
El presidente de Estados Unidos, George Bush, dijo anoche que consultará con sus aliados la última propuesta iraquí antes de decidir la respuesta aliada. Bush se mostró relativamente optimista, pero declaró que no se puede sacar ninguna conclusión antes de que tengamos todos los hechos en la mano".Tim Trevan, portavoz de la Comisión de Desarme de las Naciones Unidas, encargada de la destrucción de las armas de destrucción masiva iraquíes, declaró ayer que "la Comisión Especial no puede operar con eficacia si los aviones son obligados a entrar en Irak a través del espacio aéreo de Jordania".
Trevan rechazó la oferta iraquí alegando dos razones. Una de principio: la ONU debe defender su derecho a entrar y salir de Irak por donde considere oportuno. Otra operativa: la ruta desde Bahrain hacia Irak sobrevolando Jordania es demasiado larga.
En las actuales circunstancias la crisis se ha convertido ya en un conjunto de tecnicismos legales y de una buena dosis de terquedad por ambos bandos. La impresión ayer en Washington, a tres días del relevo presidencial, era, de nuevo, que un ataque podía ser inminente. El reconocimiento por parte del Pentágono de que los aviones aliados fueron atacados el pasado jueves y viernes cuando sobrevolaban las zonas de exclusión, tanto al norte como al sur del país, sólo contribuye a alimentar la tensión.Otro motivo de la amenaza militar norteamericana contra Irak es la existencia -sorprendentemente conocida ahora- de seis puestos de vigilancia iraquí en el lado kuwaití de la zona desmilitarizada establecida tras el final de la operación Tormenta del Desierto. A ello se suma, según informaba ayer el diario The New York Times, el deseo de los jefes militares norteamericanos de concluir el trabajo destructivo que iniciaron los aviones aliados el pasado miércoles.
Que el presidente Sadam Husein insista en estos pequeños desafíos a las potencias occidentales después de conocer la seriedad de las amenazas de George Bush resulta sorprendente, pero también es difícil de entender que una Administración a la que le quedan tres días en el poder esté dispuesta a entrar en una guerra por las razones que ahora se esgrimen.
Este fin de semana han llegado a Kuwait un millar de soldados de EE UU con la misión de vigilar la frontera entre Irak y Kuwait y evitar las incursiones iraquíes. Durante los dos últimos días, EE UU, Francia, el Reino Unido y Rusia han realizado intensas gestiones ante el embajador de Irak en la ONU, Nizar Hamdon, para conseguir que su país haga pública una declaración de acatamiento de todos los aspectos contenidos en las resoluciones de la ONU, pero Bagdad ha seguido en una posición de tira y afloja que no despeja el panorama bélico en el Golfo.Las fuerzas de Estados Unidos en la región se encontraban ayer en estado de alerta máxima. El secretario de Defensa norteamericano, Richard Cheney, ha comentado que el último bombardeo fue sólo "una opción restringida y modesta", pero advirtió que existían "otras opciones" a tomar si Irak continuaba desafiando la legalidad internacional.
Entre estas otras opciones que se manejan está la posibilidad de extender los bombardeos hacia objetivos militares situados al norte del paralelo 32.
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