El negocio del poder

El empresario Pedro Collor de Mello, hermano menor del presidente de Brasil, desencadenó en mayo pasado el mayor escándalo de la historia de su país al acusar al jefe de Estado de formar parte de una red de corrupción, extorsión a empresarios, evasión de impuestos y fuga de divisas.El cabecilla de esta red era el multimillonario empresario Paulo César Farías, amigo de Collor de Mello y tesorero de su campaña electoral. Según el hermano del jefe del Estado, Farías [que llegó a Barcelona hace unos días para someterse a tratamiento médico y que, al parecer, se encuentra actualmente en Madrid] practicaba la extorsión con amenazas a grandes empresarios y ejecutivos de compañías multinacionales, como la Rhodia y la Mercedes-Benz, alegando su amistad con Collor. Después entregaba al presidente el 70% del botín y guardaba para sí el 30% restante, según Pedro Collor.

En pocos días, el Congreso formó una comisión de investigación para estudiar las denuncias del hermano del presidente, quien admitió que no tenía pruebas. Cuando parecía que el escándalo iba a diluirse, el chófer de la secretaria particular de Collor, Ediberto Franga, formuló revelaciones que cayeron como una bomba en el Congreso y dieron el impulso decisivo a las investigaciones.

Franca dijo a la comisión parlamentaria que periódicamente iba a buscar paquetes de dinero en dólares y en moneda nacional a las empresas de Farías. Con este dinero, la secretaria particular del mandatario, Ana Acioly, cubría los gastos particulares y abastecía las cuentas bancarias del presidente y de su familia. El jefe del Estado acusó el golpe, y días después, en una cadena nacional de radio y televisión, calificó a la comisión investigadora de "pocilga" y dijo que sus miembros eran "cerdos" que chapotean en el lodo".

A finales de agosto, un auxiliar de Collor de Mello, Claudio Vieira, declaró ante la comisión investigadora que los gastos del presidente se financiaban con un crédito de cinco millones de dólares contratado en 1989 en una pequeña compañía financiera de Montevideo. Sin embargo, poco después, la secretaria del empresario Alcides Diniz, amigo de Collor, denunciaba ante la comisión que este préstamo había sido fraguado en Sáo Paulo y confesaba que ella misma había participado en la operación.

Un Congreso vacilante

A pesar de las pruebas categóricas y de los elocuentes testimonios acumulados por la comisión, el Congreso todavía se mostraba vacilante enrelación al juicio político. Fue entonces cuando millones de indignados brasileños dieron el vuelco decisivo al desarrollo del escándalo lanzándose a las calles para exigir la renuncia inmediata del presidente corrupto o su destitución por el Parlamento. La presión popular aceleró la descomposición de la base parlamentaria de Collor, y semanas después, el 29 de septiembre, la Cámara de Diputados aprobaba el juicio político por 441 votos contra 38.