Los barceloneses pagan por el mismo concierto el doble y el triple que rnadrileños y valencianos
El recorrido de las mejores orquestas del mundo, de los más reputados directores y de los grandes solistas de prestigio por las ciudades de la España del 92, Barcelona, Madrid y Sevilla, así como por otras plazas menos significativas en este año, ha puesto en evidencia algo que es una constante en el mundo de la música clásica en España: no cuesta igual en todas las ciudades asistir a un concierto aunque la orquesta, el director, el solista y el programa que se interpreta sean los mismos. Mientras el público de Barcelona paga 15.000 pesetas por una butaca de platea cuando actúa una gran orquesta internacional con director de prestigio, en Madrid y Valencia el precio se reduce a la mitad o a una tercera parte. Los programadores barceloneses justifican los elevados precios de las entradas por la escasez de subvenciones públicas y la dificultad de encontrar patrocinadores.
Ver a Daniel BarerIboim dirigiendo a la Orquesta Filarmónica de Berlín o a Claudio Abbado al frente de la Filarmónica de Viena no cuesta lo mismo si se vive en Barcelona o en Madrid. En 1992, los barceloneses han pagado 15.000 pesetas por una butaca de platea en el Palau de la Música Catalana para asistir a uno de estos dos conciertos, el triple del precio de una entrada de las mismas caractensticas para el núsino concierto en el Auditorio Nacional de Madrid.El pasado mes de noviembre, el británico John Eliot Gardiner dirigió en Barcelona y Valencia a la Norddeutscher Rundfunk Hamburg con un programa idéntico dedicado a Schumann en el que actuaba la pianista portuguesa Maria Joáo Pires. En Barcelona, una butaca de platea para este concierto costó 15.000 pesetas, frente a las 4.000 que se pagaron en Valencia. Algunos melómanos barceloneses ya han empezado a calcular el dinero que se ahorrarían si en lugar de acudir a los conciertos en Barcelona fueran a Valencia, ya que el billete de tren ida y vuelta cuesta, según la categoría, entre 5.000 y 6.000 pesetas.
Sin subvención
Los programadores de conciertos en Barcelona son conscientes de que en la capital catalana ver y escuchar a los grandes nombres de la música clásica cuesta mucho más que en cualquier otra ciudad española. "Casi todos los programadores de conciertos en Barcelona son empresas privadas que apenas reciben subvención pública; por ello, el público debe pagar la mayor parte del coste real de los conciertos", explica Francesc Prat, administrador de la agencia Ibercámera, que organiza desde hace nueve años un ciclo de conciertos con orquestas, directores y solistas de renombre internacional.En Barcelona existen cuatro ciclos estables que programan conciertos en los que los conjuntos y solistas son mayoritariamente extranjeros. Tres -Ibercámera, Palau 100 y Euroconcert- están organizados por empresas privadas y el cuarto por la Fundación La Caixa. Ibercámera y Palau 100 son ciclos de características similares, con grandes orquestas extranjeras y solistas de renombre internacional, cuyos precios van desde las 15.000 pesetas que cuesta una butaca de platea para escuchar a una gran orquesta sinfónica, hasta las 700 de una entrada sin visión para un concierto de un solista de primera categoría que no sea una estrella del firmamento de la música clásica. Euroconcert es un ciclo de música de cámara con precios menos elevados, entre 7.200
1.110, pero más caros que en otras ciudades españolas. Sólo la temporada musical de la Fundación La Caixa, esencialmente de música de cámara, tiene precios módicos, 1.500 pesetas la entrada, dado que la entidad organizadora no tiene ánimo de lucro.
Ibercámera, Palau 100 y Euroconcert reciben unas subvenciones de la Generalitat de Cataluña y el Ayuntamiento. de Barcelona que oscilan entre 30 y 18 millones de pesetas, que cubren, según sea el presupuesto de cada uno de los ciclos, entre el 36% y 8% del coste real de los conciertos. Los responsables de estos ciclos aseguran que el público comprende el motivo por el que en Barcelona los conciertos son más caros. "La gente sabe que los organizadores somos empresas privadas y que en Madrid y Valencia los conciertos están organizados por la Administración o reciben cuantiosas sumas de dinero de patrocinadores. Por este motivo, pese a los precios, las entradas de los conciertos se agotan en el 80% de las ocasiones", dice Francesc Prat.
En opinión de Fèlix Millet y Antoni Sabat, directores, respectivamente, de los ciclos Palau 100 y Euroconcert, el abaratamiento de los precios será posible cuando existan patrocinadores que paguen parte del presupuesto. "En Barcelona es muy difícil encontrar un patrocinador para todo el ciclo", dice Antoni Sabat; "lo máximo que se consigue son uno o dos millones de pesetas para un solo concierto y la empresa patrocinadora pide a cambio tal cantidad de entradas -a veces con un coste superior a lo aportado- que no compensa". Los organizadores de conciertos de Barcelona sueñan con conseguir un patrocinador como la empresa de gestión pública Tabacalera, que cubre con su aportación el 25% del presupuesto del ciclo Orquestas del Mundo, que organiza en Madrid la empresa privada Ibermúsica. Con características similares a Ibercámera o Palau 100,- este ciclo de conciertos no pone a la venta entradas sueltas. Todo el aforo del Auditorio Nacional está abonado y tener una entrada para un concierto significa que se han comprado previamente localidades para los 16 conciertos de que consta el ciclo. Los abonos más caros cuestan 144.000 pesetas y los más baratos 48.000. "Corno no contamos con subvención de la Administración, podemos vender todo el aforo del Auditorio en abonos", explicó un portavoz de Ibermúsica.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.