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Entrevista:

"La cultura se manipula en todas partes"

"Un plato fuerte para iconoclastas" ' reza la portada de El sexo de los ángeles, la última novela de Terenci Moix, de la que Planeta publica la versión castellana mientras aún resuenan los ecos de la polémica surgida con la aparición del original en catalán. Y es que El sexo de los ángeles es un libro con historia -lo empezó Terenci. en Roma en 1969, lo abandonó durante años y volvió a él 20 años después- en el que aparece retratada la Barcelona de los sesenta y la manipulación cultural de una sociedad. "En El sexo de los ángeles hablo de la Barcelona de los sesenta, pero la cultura se manipula en todas partes", afirma el escritor.

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"El título de El sexo de los ángeles ", señala Terenci, "lo tuve claro desde el principio, aunque estuve a punto de descartarlo cuando me enteré de que había una película porno italiana que se llamaba igual... En cualquier caso, sirve para dar una idea de lo que sucedía en la cultura catalana de la Barcelona de los sesenta, en una sociedad con problemas dramáticos de supervivencia, con todos los males posibles, y que perdía el tiempo con discusiones bizantinas como la del sexo de los ángeles".El centro de El sexo de los ángeles es Lleonard Pler, un escritor enfant terrible que tiene mucho del Terenci de hace 20 años. Lleonard muere en Venecia a los 30 años, en accidente de coche, después de haber triunfado en catalán y de haberse pasado al inglés. Un periodista inglés, en conversación con un catalán que estuvo exiliado en Cuba, reconstruye la vida de Lleonard con la ayuda de varias cintas grabadas en las que personajes arquetípicos de la Cataluña de los sesenta hablan del escritor fallecido y de la sociedad de la época.

"Los amigos de Madrid que ya han tenido oportunidad de leer el libro se quedan con la historia del escritor protagonista y con el fondo de lo que me interesa explicar", dice Terenci, "que es la lucha de cualquier persona en un mundo manipulado".

Para entender el impacto de El sexo de los ángeles en el mundo cultural catalán hay que remontarse a 1969, cuando Terenci empezó a escribir la novela. Por entonces tenía 27 años, acababa de ganar el Premio Josep Pla y vivía en Roma, donde gozaba de una bien ganada fama de enfant terrible de las letras catalanas.

Un miembro del jurado del Sant Jordi -el galardón más prestigioso de la literatura catalana- le visitó para decirle que, si se presentaba, el premio era suyo. Terenci se presentó, pero el jurado se echó atrás al leer las críticas feroces a la cultura catalana. El premio fue declarado desierto y se armó un considerable escándalo, amenizado con unas declaraciones de Terenci en las que decía que "la cultura catalana es un cotolengo". La novela cayó en el olvido y no fue hasta el año pasado, más de 20 años después, cuando Terenci -ya con una fama consolidada como escritor- en castellano- decidió terminarla.

`Es cierto que es un libro bastante iconoclasta", sonríe Terenci, "porque se dicen cosas que no se habían dicho antes, pero más que esto me interesa como experiencia vital, para mostrar la juventud que huye, la autoinmolación del enfant terrible. Y, evidentemente, la autoinmolación del protagonista es la mía".

Opina Terenci que la versión castellana de El sexo de los ángeles -traducido por su hermana Ana María y por él mismo- es un libro distinto del original catalán. "Se han perdido matices en los juegos de experimentación lingüística", dice, "pero para mí es una novela nueva". "Al leer el libro en castellano", añade, "los lectores pasarán del quién es quién que ha abundado en Cataluña y me alegro, porque esto ha hecho que la gente no se fijara en elementos importantes de la novela, como la estructura técnica y la experimentación con el lenguaje".Prólogo polémicoEl sexo de los ángeles ha tenido en su versión catalana un éxito de ventas considerable y buenas críticas, a las que hay que añadir un prólogo sumamente elogioso del académico Pere Gimferrer, en el que acusa a la cultura catalana actual de pasar por un mal momento. Terenci se muestra, sin embargo, sorprendido por la polémica con sordina con que ha sido recibido. "Ha habido más polémica por el prólogo de Gimferrer que por el libro", sonríe. "Los que se tenían que cabrearlo han demostrado menos de lo que esperaba, como si hubiera un pacto de silencio. Pero estoy seguro de que ya me lo hará pagar algún día. Es la costumbre del país".

"Veinte años después no ha cambiado nada", agrega escéptico, "aunque ahora las cosas se manifiestan menos". Y Terenci se pone una pizca nostálgico al recordar la Barcelona de los sesenta, de la gauche divine, de Cadaqués, de cuando "éramos tan jóvenes".

"Ahora no volvería ni loco a escribir sobre los sesenta", concluye, como apartando la nostalgia de un manotazo. "Es demasiado doloroso".

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