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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

En Subic se ha puesto el sol

AL CABO de casi un siglo de permanencia, ayer tocó a su fin la presencia militar norteamericana en Filipinas. La bandera de EE UU fue arriada de la base de Subic Bay, que, junto con la ya evacuada de Clark, constituía el eje central del dispositivo militar norteamericano en el Pacífico. Así concluía una dilatada tutela de Washington sobre el archipiélago, que comenzó con la derrota de la potencia colonial española en la guerra de 1898 y sólo reconoció formalmente la independencia del país en 1946.Aunque el nacionalismo filipino ha encontrado siempre un excelente motivo de exacerbación en esa omnipresencia de Estados Unidos en su vida política, la retirada norteamericana se debe mucho más a profundas modificaciones de la situación internacional que a los esfuerzos de la opinión o del Gobierno filipinos por tallarse una política exterior propia; es decir, la desaparición de la Unión Soviética explica mejor que cualquier exabrupto nacional la indiferencia relativa con que Washington ha rechazado las condiciones de Manila para seguir, al menos algún tiempo más, en el archipiélago.

Temporalmente sin enemigo conocido en Asia, Estados Unidos sigue, en cualquier caso, militarmente presente en Japón y Corea del Sur, y con ello puede permitirse ahora el lujo de ese recorte de sus capacidades bélicas en las cercanías de Vietnam . , en otro tiempo de importancia tan estratégica. Igualmente, Filipinas, en la medida en que su capacidad de negociación con Washington se ha visto empequeñecida por falta de enemigo común, precisa hoy reordenar sus prioridades exteriores.

Estados Unidos no va a desaparecer, sin duda, del horizonte político filipino por unos soldados más o menos, pero está claro que el apoyo económico exterior habrá de buscarse fundamentalmente en otras latitudes. Ahí es donde el perfil de lo japonés es más nítido cada día.

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El relativo vacío de la inversión norteamericana en la zona, que ya se había dejado notar en los últimos anos, estaba siendo llenado por el expansionismo económico de Japón. Esa tendencia habrá de confirmarse ahora, pero con una salvedad: Japón no tiene, al menos todavía, intereses directamente políticos que defender en Filipinas, es decir, necesidades de defensa; por tanto, los nuevos puntos de referencia de Manila van a ser mucho más economicistas que los precedentes. Filipinas será más soberana, pero tendrá que pagar un precio por ello. En Subic Bay se ha puesto el sol norteamericano, pero ya vemos cómo en su lugar surge un nuevo sol naciente.

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