Aznar critica la credibilidad de Solchaga y el ministro acusa al PP de "italianizar la economía"
La campaña electoral de 1993 recibió ayer el pistoletazo de salida. La discusión en pleno del proyecto de ley de Presupuestos Generales de Estado para 1993, los últimos de esta legislatura, sirvió de escenario para que el líder de la oposición, José María Aznar, iniciara de hecho la campaña con el debate que promete acaparar la mayor atención del proceso electoral. El ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, y el líder del Partido Popular, José María Aznar, se enzarzaron en torno a la falta de credibilidad de la política económica del Gobierno y el coste de las propuestas del PP. Solchaga no aceptó el pacto propuesto por los catalanes e Izquierda Unida y descartó con estos presupuestos el consenso social.
La sesión finalizó en torno a la media noche de ayer con el re chazo, con los votos del PSOE, de las enmiendas a la totalidad presentadas.El pleno de ayer contó con todos los ingredientes de los deba tes políticos preelectorales. Hubo lleno hasta la bandera. El banco azul ofrecía una visión desconocida, ya que asistieron al debate la gran mayoría de los mi nistros del Gobierno, con Felipe González y Narcís Serra a la cabeza. Los sillones de los populares y los de los socialistas estaban a rebosar.
Carlos Solchaga habló duran te casi cinco horas a lo largo de toda la jornada. José María Aznar, por su parte, se lanzó a la arena económica con una cierta soltura. Tuvo una intervención muy preparada -sus asesores lo plantearon como un discurso de investidura-, en el que puso en tela de juicio toda la política eco nómica del Gobierno en los últimos tres años y descalificó los presupuestos de 1993. El mensa je del líder popular estaba muy claro: ni Solchaga ni el Gobierno tienen ya credibilidad, porque ni se cumplen sus previsiones, ni pueden realizar las promesas que hacen. A su juicio, "la legislatura se ha perdido y el proyecto de presupuestos refleja perfectamente la actitud del Gobierno de cansancio, inercia, falta de ideas y reflejos, carencia de impulso, y agotamiento".
Tras insistir una y otra vez en la falta de confianza que le merece la política económica de Solchaga -volvió a decir "esto es más de lo mismo"-, Aznar hizo unas brevísimas propuestas para lo que denominó "un nuevo enfoque económico, fiscal y presupuestario". Se refirió a la necesidad de fomentar el ahorro, la inversión y la productividad, mejorar la eficacia del sector público y poner en marcha unas medidas estructurales en las que la mayoría de los grupos coincidieron. Y para teminar, un mensaje claramente electoralista: "Abramos una actitud que asegure a los españoles la posibilidad real de contribuir a una empresa verdaderamente histórica, como es la de colocar a España en niveles de bienestar, desarrollo y riqueza, entre los países más desarrollados de Europa".
Llegó entonces la dura discusión entre Solchaga y Aznar, en la que ambos se descalificaron mutuamente. El ministro dijo que los populares no habían ofrecido alternativas y que las propuestas realizadas en días anteriores no eran realistas, ni fiables. Utilizó para ello una batería de cifras. Según Solchaga, el coste de la reforma fiscal del PP es de 1,2 billones -el 1,94% del PIB- Si a eso se añaden otras medidas propuestas por el PP el déficit del Estado llegaría al 7% del PIB "lo que equivale a la italianización de la economía española en poco tiempo".
Solchaga comparó la gestión presupuestaria del PP en las comunidades controladas por ese partido con la del Estado y otras autonomías, para concluir que "el despilfarro que critica el señor Aznar se da principalmente en donde gobierna su partido". Por ejemplo en las comunidades del 151 (las de vía rápida) controladas por el PP tuvieron en 1991 un déficit del 2,42% del valor añadido bruto y las restantes del 1,75%. En las de vía lenta, el déficit es del 1,31% en las controladas por el PP y el 0,71% en el resto. Añadió que esas comunidades tienen más cargos públicos.
Aznar contraatacó con nuevas descalificaciones sobre la credibilidad del Gobierno, dijo que sus datos no coincidían con los expuestos con Solchaga y llegó a acusar al ministro de no asumir su papel en el debate.
La intervención del portavoz de la minoría catalana, Miquel Roca y la respuesta de Solchaga, revelaron que algo se ha roto entre ambos grupos parlamentarios. Roca tendió un puente para negociar un gran acuerdo político, económico y social "que ayude a salir de la crisis", y el ministro evitó una respuesta clara -como esperando un mejor entendimiento con los representantes de IU-, sin cerrar todas las puertas a un pacto "siempre que su coste no ponga en peligro nuestros objetivos de política económica". El representante de IU, Nicolás Sartorius, enfrió las pretensiones de Solchaga al afirmar que "con estos presupuestos no es viable el consenso social, lo que España necesita es otra dirección política que gire a la izquierda". José Ramón Lasuen, del CDS, defendió la necesidad de un gran pacto social.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.