La 'guerra de los trenes' abre una crisis entre Marruecos y Argelia
La guerra de los trenes ha puesto fin a las relaciones idílicas que venían manteniendo en los últimos años Argelia y Marruecos y quellegaron a su cenit con el acceso al poder del fallecido presidente argelino Mohamed Budiaf. La crisis afecta también a las relaciones bilaterales entre los cinco países del Magreb (Argelia, Libia, Marruecos, Mauritania y Túnez). El ministro de Exteriores de Túnez, Habib Ben Yahia, anunció ayer una cumbre de la Unión del Magreb Arabe (UMA) antes de fin de año.
El conflicto ferroviario entre Argelia y Marruecos se inició a principios del pasado mes de julio, cuando las autoridades de Argel rechazaron, unilateralmente y sin previo aviso, según las autoridades de Rabat, diversos vagones de mercancía marroquíes, alegando razones de seguridad y de higiene. Ello suponía el incumplimiento de los pactos de libre circulación firmados en el seno de la UMA. El contencioso se ha agravado tras la decisión de Marruecos de aplicar a Argelia un trato recíproco. La línea férrea Argel-Rabat se ha convertido así en un viacrucis para las mercancías magrebíes.Este problema es sólo un botón de muestra de las tensiones políticas surgidas entre los dos países tras el asesinato de Mohamed Budiaf, el pasado 29 de junio. Budiaf era un hombre de finas sensibilidades magrebíes, que llevó al cénit la política de buena vecindad establecida por el ex presidente Chadli Benyedid durante los últimos años de su mandato, lo que permitió en 1988 el restablecimiento de relaciones diplomáticas y la apertura de la frontera tras 15 años de disputas.
Las difíciles relaciones bilaterales se están complicando como consecuencia de un vacío diplomático surgido en las dos capitales al haber sufrido un retraso considerable el nombramiento de los dos nuevos embajadores. Las relaciones se han agriado tras la negativa del Alto Comité de Estado argelino a aceptar una invitación del rey Hassan II para reunirse personalmente y resolver de manera directa las fricciones.
El golpe final a las frágiles relaciones bilaterales ha sido la acusación de las autoridades argelinas de que integristas marroquíes prestan apoyo y colaboración a la guerrilla islámica que se desarrolla en el oeste del país.
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