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Los países no alineados buscan una nueva identidad en su primera cumbre tras el fin de la guerra fría

Juan Jesús Aznárez

El Movimiento de Países No Alineados, nacido como contrapoder de las grandes potencias durante los años más difíciles de la guerra fría, comenzó en Yakarta su décima conferencia con un objetivo fundamental: encontrar su propia razón de existir. Desaparecidas las circunstancias que el año 1961 inspiraron en Belgrado su carta fundacional, los jefes de Estado o de Gobierno reunidos hoy en la capital de Indonesia intentarán forjar una nueva unidad y revivir una organización de 106 países que languidecen entre divisiones de intereses opuestos.

Los gobernantes. más esperado s del encuentro, Sadam Husein, Fidél Castro y Muammar el Gaddafi, no asistieron a la cumbre porque ninguno de ellos encontraría en la conferencia un decisivo apoyo a la causa que les retiene en Bagdad, La Habana y Trípoli. No hay muchas posibilidades de consenso entre países como Irak o Kuwait, o entre sistemas políticos como el cubano o el panameño. Tampoco las necesidades de Afganistán, Camboya o Somalia se asemejan mucho a las de Argelia o Chile.Liquídada la URSS, y superada la confrontación de bloques, la mayor parte de los no alineados son más propensos a la formación de alianzas económicas que a los frentes políticos, a pesar de que EE UU se mantiene como uno de los blancos favoritos.

La renovación del funcionamiento de la ONU, limitando el poder de veto y decisión de los cinco miembros del Consejo de Seguridad, constituye uno de los principales grupos del programa de trabajo de las sesiones plenarias. Su secretario general, Butros Gali, participa en la cumbre, a la que asisten jefes de Estado y de Gobierno de 30 países y ministros de 60 más.

La conferencia, que admitió a Myanmar (antigua Birmania), Filipinas y Brunei, concluirá el próximo día 6 con una declaración final en apoyo de la paz que reclamará de las naciones industrializadas una mayor asistencia a las economías en vía de desarrollo.

El emir de Kuwait, el presidente iraní y el príncipe Norodom, de Camboya, son algunos de los gobernantes más destacados de un encuentro que cuenta con la presencia de un único primer ministro latinoamericano, y que en comisiones evitó abordar en profundidad aquellos asuntos susceptibles de provocar enfrentamientos.

El conflicto yugoslavo, en el que las naciones de mayoría musulmana se alinearon con Bosnia-Herzegovina, fue uno de los puntos aparcados al no llegarse a un acuerdo después de agrios debates.

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Más de 15.000 policías y soldados han sido movilizados para garantizar la seguridad de los delegados, mientras el Gobierno de Suharto, presidente del Movimiento de los No alineados hasta su próxima reunión dentro de tres años, desarrolla una conciliadora gestión a fin de lograr la sobrevivencia de la organización fundada por India, Egipto y Yugoslavia y, sobre todo, el pacífico desarrollo de su primera conferencia después de la guerra fría.

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