_
_
_
_
_

Francisco Escudero recibe el homenaje de San Sebastián

"Mi memoria guarda un rico repertorio de sonidos y emociones", dice el compositor

El compositor Francisco Escudero, premio nacional de Música en 1945, personalidad recia de la música española y actual decano de la creación musical en Euskadi, recibirá hoy en San Sebastián la medalla de plata de la ciudad. La Quincena Musical Donostiarra, que tantas veces acogió los pentagramas de Escudero, promueve y participa en buena parte de los actos en honor del autor de Illeta, Zigor, y Gernika, que cumpirá 80 años el 13 de agosto de 1993. Escudero no recibe estos homenajes en actitud de "mirada al pasado", o de "obra terminada".

"Siento como si empezara de nuevo, con la misma necesidad de componer que el día que emborroné mi primera cuartilla pautada, pero con una carga de experiencias muy superior y sobre todo con una agudización extremada de lo que siempre fue mi norte: la independencia", declaró ayer Escudero.Como otros compositores de su generación -Monsalvatge, Suriñach, Querol, Gabaldá, Garbizu, Iturralde-, Escudero fue siempre autodidacta, por más que estudiara en Guipúzcoa, con Beltrán Pagola; en Madrid, con Conrado del Campoo, y en París, con Dukas, Le Flemm y Wolf.

"Todos me elogiaron mucho, lo que para mí resultaba un tanto decepcionante, pues iba en busca de que me corrigieran. Sólo don Conrado me rectificó un batir de timbales. Me hizo trabajar la fuga y el contrapunto y un día casi se enfadó porque le llevé una pieza que rozaba lo atonal".

La evolución del pensamiento y el estilo de Francisco Escudero, obediente a una línea continuada de fuerza, no ha cesado. "Siempre se trata de profundizar en mi propia naturaleza, de depurar la expresión de mis ideas y nunca de seguir esta o aquella novedad de última hora. Yo compongo cuando siento el impulso irresistible de hacerlo, jamás a partir de la mera mecánica de mi oficio".

"La poética de mi país"

"Mi memoria guarda, a modo de constantes, un rico repertorio de sonidos y emociones: las campanas, el rumor de los campos o el mar, la poética de mi país, la belleza de la calma o la exaltación de la tempestad"."Todo ello forma parte de mi sustrato instintivo, al lado de ideas más intelectuales -literarias, dramáticas- o creencias muy arraigadas y opera como una serie de impulsos que debo controlar, esculpir, hacer expresivos para comunicarlos a los demás", añade el compositor. "No desprecio, ni mucho menos, las formas musicales breves, quizá porque las entiendo como resumidas, de otras más amplias, pero espontáneamente tiendo hacia el oratorio, el ballet, la cantata o la ópera, esto es, hacia los grandes esquemas capaces de albergar contenidos de gran humanismo".

Zigor, primero, y Gernika, después, son hasta la fecha, las dos grandes óperas de Escudero, ambas de carácter épico y de un vasquismo hondo, sustancial y de carácter que apenas debe nada al acarreó folclorístico. Tiene terminados también dos actos de una versión operística de Fuenteovejuna, argumento que cuadra bien con el temperamento de Francisco Escudero.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_