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GUERRA EN LOS BALCANES

Escaso entusiasmo de EE UU y sus aliados hacia la intervención en Bosnia autorizada por la ONU

Amenazas, sólo amenazas, pero no preparativos de guerra. Así se recibió en EE UU la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada en la noche del jueves, que permite el uso de la fuerza en Bosnia-Herzegovina para garantizar la llegada de la ayuda humanitaria a las víctimas civiles del conflicto en la república de la antigua Yugoslavia. Una reacción no muy diferente de la de sus aliados europeos, que parecen confiar en que la amenaza baste por sí sola para detener la carnicería. La reacción a la decisión de las Naciones Unidas ha sido unánimemente favorable, pero sólo Francia se había mostrado dispuesta a enviar de inmediato soldados, aunque en número casi simbólico (unos 1.100) y bajo bandera propia, no de la ONU.

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El presidente norteamericano, George Bush, reaccionó favorablemente a la aprobación de la resolución por el Consejo de Seguridad (EE UU era uno de los patrocinadores, junto a Francia y el Reino Unido), pero ello no eliminó las reservas a la implicación directa en una operación militar que se presenta singularmente azarosa, informa Antonio Caño."La comunidad internacional", dijo ayer Bush, "ha dejado claro que no se privará a la población inocente envuelta en este conflicto de las posibilidades de sobrevivir". Añadió que "ha de ponerse fin a toda brutalidad", pero expresó su deseo de que no sea necesario el uso de la fuerza y pidió al Gobierno de Belgrado y a los líderes serbios, bosnios y croatas que "colaboren para conseguir ese objetivo".

Según informaba ayer el diario The New York Times, un documento secreto de la OTAN ha informado a los países miembros de que el despliegue de 100.000 soldados en Bosnia sería suficiente para cumplir con el mandato del. Consejo de Seguridad. El Pentágono, sin embargo, sigue siendo reacio a cualquier envío de fuerzas de tierra y da luz verde, únicamente, a una operación de escudo aéreo para la distribución de ayuda humanitaria.

Precisamente ayer, los embajadores de los países de la Alianza se reunieron en Bruselas para estudiar qué hacer en la práctica, es decir, preparar el plan de intervención, pero las diferencias internas entre los dieciséis impidieron tomar medidas concretas drásticas y, de momento, se descartó una acción militar inmediata. El secretario general, el alemán Manfred Wörner, declaró que la OTAN considerará una serie de medidas para proteger los convoyes humanitarios.

Mientras tanto, en la reunión de altos funcionarios de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE), que se celebra en Praga desde el jueves, no se logró anoche tratar siquiera los proyectos preparados sobre la actual situación en Yugoslavia debido a la postura de la delegación rusa, informa Ilona Kovarikova.

Bloqueo ruso

La delegación rusa declaró en el último momento que no podía estar de acuerdo con la formulación de que Serbia era el único país responsable del conflicto bélico en lo que fue Yugoslavia.

Hasta ahora, ningún país se ha mostrado partidario de la intervención masiva. Ayer, el ministro de Exteriores francés, Roland Dumas, aseguró que su país "está dispuesto a enviar 1.100 hombres, bajo bandera propia, como fuerza de protección y acompañamiento de los convoyes humanitarios" destinados a Bosnia, informa Octavi Martí. Se trataría de cuatro unidades: una de tropas de choque, otra de blindados ligeros, una tercera de helicópteros y la última destinada al transporte de tropas. "Eso es lo que Francia está dispuesta a hacer. Y ahora nos dirigimos a nuestros aliados para preguntarles: ¿Y ustedes qué harán?"·.

Si el entusiasmo francés ante una intervención militar masiva es mínimo, aún es menor el de sus aliados. Así, el Reino Unido, por boca de lady Chalker, secretarla de Estado para el Desarrollo, mostró ayer la oposición de su Gobierno al envío de fuerzas terrestes. Londres, precisó, "está muy alejado" de decidir el despliegue de tropas.

Entre tanto, el canciller alemán, Helmut Kohl, celebró la resolución del Consejo de Seguridad como "una obligación humanitaria", y aseguró que una "Gran Serbia no será jamás reconocida". Su ministro de Exteriores, Klaus Kinkel, señaló que la resolución de la ONU era la última advertencia a Serbia para detener la matanza, mientras el titular de Defensa, Volker Rühe, descartaba toda posibilidad de enviar tropas.

El escaso entusiasmo hacia una implicación militar directa era también visible en Italia, cuyo ministro de Defensa, Salvo Ando, dijo que primero hay que considerar las dificultades, "ya que se trataría de intervenir no cuando haya cesado el fuego sino en medio de todas las hostilidades". El Gobierno griego, por su parte, excluyó la participación de sus soldados.

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