El largo camino del TLC
El acuerdo de la madrugada de ayer en Washington supone el fin de catorce meses de negociaciones y un acontecimiento histórico, pero el camino a partir de ahora es largo y no está exento de dificultades. La alianza es ya un hecho, pero las amenazas de la Cámara de Representantes de Estados Unidos están presentes. De hecho, el pasado 6 de agosto la Cámara aprobó una resolución, por iniciativa del líder de la mayoría demócrata Richard Gephart, contraria a legislar cualquier acuerdo comercial, entre ellos el Tratado de Libre Comercio y la Ronda Uruguay del GATT, si pone en peligro las leyes de salud, seguridad laboral y medio ambiente de EE UU.El Tratado, antes de entrar en vigor, tendrá que ser ratificado por los parlamentos y después firmado por los respectivos presidentes en un acto conjunto y solemne cuya fecha está sin decidir y que podría retrasarse un año. En México y Canadá el proceso promete ser ágil porque sus Gobiernos cuentan con mayorías parlamentarias. Sin embargo, en EE UU, con mayoría demócrata y unas elecciones presidenciales en noviembre, el proceso será lento y complicado.
El primer paso en Estados Unidos consiste en la notificación del acuerdo, que lleva de momento sólo la firma de los tres ministros de Comercio que han dirigido las negociaciones -Carla Hills (EE UU), Michael Willson (Canadá) y Jaime Serra Puche (México)- al Congreso norteamericano, que lo discute y analiza, aunque no puede, por ley, tomar decisiones sobre el texto.
Firma presidencial
Desde ese momento se abre un calendario de 90 días que concluye con la devolución del texto al Gobierno estadounidense. Posteriormente es enviado de nuevo, ya con la firma del presidente Bush, al Congreso, que dispone de otros 90 días, esta vez legislativos, para su ratificación o no. Las dificultades iniciales están en que los primeros 90 días no se pueden cumplir porque el Congreso concluye sus sesiones a principios de octubre a consecuencia de las elecciones del 3 de noviembre. Hay, no obstante, una posibilidad de acortar este primer plazo notificando el texto por la vía de urgencia y después de negociar la Casa Blanca con los demócratas. De todas formas, gane o pierda Bush las elecciones, tiene tiempo suficiente hasta diciembre para estampar su firma individual. Luego vendrán los 90 días legislativos -ocho meses, en opinión de Carla Hills- y, si no se opone el Congreso, su inmediata entrada en vigor.
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