La soledad de Fidel
Del ostensible aluvión de ataques que recibió Fidel Castro de la. prensa española me llamó la atención la reiterada alusión a su "soledad". Las crónicas se referían a la "escasa atención" que el resto de la Cumbre Iberoaniericana le brindó al comandante e incluso a algunos supuestos desaires -inexistentes- de funcionarios del Gobierno español y de la familia real. Fidel no estuvo solo. Por el contrario, fue la figura más popular de una cumbre bastante devaluada y contó con la permanente atención de sus arifitriones, sobre todo del rey Juan Carlos, quien repitió los gestos de amabilidad efectuados en Guadalajara.Pero además recibió la admiración de la gente del pueblo, de los que admiran su coherencia tan particular en un mundo que cambia de ideas como de ropa. En Madrid, Barcelona, Sevilla y, en especial, Galicia el coma ndante fue vitoreado y aclamado por el españolito de a pie.
Fidel tampoco está solo en Latinoamérica, su patria grande. Ha palpitado in situ la solidaridad multitudinarla de los mexicanos (100.000 personas
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