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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El destino del repertorio

English National Ballet

Aureole: Paul Taylor / G. F. Handel; A stranger I came: Robert North / Franz Schubert; Nuestros Valses.- Vicente Nebrada Teresa Carreño. Festival de Itálica, Sevilla. 20 de julio.

La oferta del conjunto británico en Sevilla mejoró notablemente en coherencia y calidad interpretativa a lo ofrecido en Madrid, y regaló un espectáculo profesional y sereno. El misterio del ballet se hizo patente: parecía otra compañía.Hay una moda que se, arrastra desde los años setenta cuando las santas casas de ópera dieron cabida a los modernos: coreógrafos ajenos, distantes del ballet y procedentes de otras disciplinas. Los resultados han sido tan dispares como contradictorios. El axioma de que la danza es una sola, grande y libre se cumple, en este caso, con matices discutibles. La única conclusión, por otra parte sabida, ha sido que el entrenamiento académico es tan completo y perfecto que permite a su prole adaptar el cuerpo a lo que le echen, ya. sea en el suelo o en el aire, con puntas o descalzos. Pero finalmente hay que decir: "zapatero a tus zapatillas". Habría que debatir abiertamente el tema: ¿Vale la pena trufar con repertorio moderno a las compañías clasicas?. Aureole (1962) es un exquisito trabajo en el más puro estilo circular de Taylor, que musicalmente trasmite alegría por la vida. Destacó Aaron Watkin con sus espléndidas piernas clásicas y unos generosos pies que rozan la perfección; es profundo sin ser solemne, entregado sin ser meloso.

Robert North domina la cuerda sicologista y es a veces un continuador elíptico de Tudor. Su pieza es delicada e íntima, sacando partido a esa poesía del lamento que está en Schubert. Los pasos, despegados de una lectura pentagramática literal, son un diálogo razonado y teatral. Otra vez Carreño brilló con su actuación dramática al caracterizar un personaje ambiguo y atormentado. También fue el solícito sostén de María Teresa del Real en la pareja roja de Nuestros Valses (1976), y la química tropical se hizo danza ardiente, virtuosa y suelta a la vez.

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