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Entrevista:

"La alarma es necesaria para combatir el sida"

Rosa Rivas

Mann, de 44 años, 10 de ellos dedicados al estudio del sida, opina que la labor de la OMS en la lucha contra esta plaga es insuficiente, y considera que la solidaridad es un arma imprescindible contra la expansión de la enfermedad."La falta del coordinación en los programas de salud y la frustración de muchos profesionales en la obtención de resultados están fomentando una incertidumbre generalizada", dice Mann, nada dispuesto a rendirse. "Realmente, vivimos una situación de alarma, y el reto de esta década es una estrategia mundial de prevención y asistencia". Esto es lo que planteará como presidente de la próxima Conferencia Internacional sobre el Sida que se celebrará en Amsterdam.

Pregunta. ¿Cree que después de su informe con cifras escalofriantes el mundo se va a tomar más interés sobre el sida?

Respuesta. Sí, las cifras son tremendas, pero acertadas. Uno de los problemas que descubrimos es que la gente poco a poco ha ido perdiendo el interés por esta enfermedad, se ha acostumbrado a saber que está ahí y punto, y a creer que de alguna manera el sida ya es un asunto bajo control. La realidad,

desgraciadamente, es muy distinta.

P. ¿Los Gobiernos están jugando la política del avestruz?

R. Algunos Gobiernos están haciendo una labor muy positiva, con logros importantes. Pero todavía hay una sensación de que el sida es el problema ajeno, que de algún modo, por arte de magia, un día desaparecerá y no es necesario tomar una serie de decisiones que nosotros creemos que se deben tomar. La mayoría de los Gobiernos mantienen la postura de que esto no es tan serio como la gente piensa, que lo que se hace ahora es suficiente... Nosotros estamos en contra de esa actitud general de complacencia ante el sida, porque está claro que lo que, se está haciendo ahora no basta.

Vacuna para ricos

P. Muchos se preguntan por qué no tenemos aún una vacuna.R. A escala científica, se está trabajando intensamente; por ejemplo, en España hay investigadores muy activos y también en otros países, pero conseguir una vacuna es muy difícil. Se han hecho progresos, pero no tan rápidos como a los científicos nos gustaría. No obstante, soy optimista; creo que, efectivamente, tendremos una vacuna. En lo que ya no soy tan optimista es en el uso que se hará de ella. Existe un riesgo de discriminación, de que no todo el mundo tenga acceso a ella. Hay un gran peligro de crear la vacuna de los ricos. Creo que este problema es más difícil que el hecho científico de conseguir la vacuna.

P. Como profesional, usted ha recorrido la geografía del sida. ¿Dónde será más negro el horizonte?

R. África nos está enseñando lo que esta enfermedad puede provocar. En Asia estamos viendo cómo crecerá el número de personas infectadas. El problema del contagio en Asia es tremendo y va acorde con la superpoblación de esa zona. El número de enfermos potenciales allí es tan grande que calculamos que para el año 2000 el número de asiáticos infectados será mayor que en cualquier otra parte del mundo.

P. Estamos hablando de previsiones, pero ¿se sabrá alguna vez el origen del sida?

R. Sabemos muy poco sobre la procedencia de la mayoría de las enfermedades, y con respecto al sida, los orígenes son y serán un misterio. Lo que nos importa hoy es la realidad, no podemos perder tiempo y energía en mirar atrás Ia clave de nuestro estudio es que las victorias que podamos conseguir dependen de nuestro interés. Si no se produce una movilización global, un esfuerzo mundial para solucionar el problema, nuestros temores serán ciertos.

P. ¿Qué estrategia propone su equipo para esa movilización?

R. La base es más información, más educación. Existen ya programas efectivos de prevención en varios países que inciden en este punto. Pero uno de los errores más frecuentes desde los ministerios u organizaciones de salud es dictar a los grupos de riesgo lo que tienen que hacer. Hay que implicar a esos grupos en los programas, que ellos nos ayuden a saber lo que necesitan. Si ofrecemos buena educación, y el sistema de seguridad social es adecuado y evitamos la discriminación contra los afectados, los planes de prevención darán resultado y reduciremos la expansión del sida. Todavía el sida se cobra el mayor número de víctimas entre las personas marginadas por la sociedad y las que menos acceso tienen a servicios sociales, pero eso no significa que tengamos que seguir abordando el problema como algo exclusivo de minorías. La realidad es aplastante.

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Sobre la firma

Rosa Rivas
Periodista vinculada a EL PAÍS desde 1981. Premio Nacional de Gastronomía 2010. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Master en Periodismo Audiovisual por Boston University gracias a una Beca Fulbright. Autora del libro 'Felicidad. Carme Ruscalleda'. Ha colaborado con RTVE, Canal +, CBS Boston y FoolMagazine.

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