Entre el aplauso y la protesta
La esperada Favorita de Kraus y Verret llegó a Madrid y, como en Sevilla, ha dado lugar a varias reacciones: éxito franco para Alfredo Kraus, triunfo más difícilmente conseguido, para Shirley Verret, algunas protestas para el director escénico Giuseppe de Tomasi, y más acentuadas para el maestro Gian Paolo Sánzogno.La favorita, además de serlo del rey Alfonso XII, lo fue bastante tiempo del gran público y, particularmente, del español. Con ella se inauguro el Teatro Real en 1850, que la representó en su 75 años de existencia 276 veces, mientras Fidelio, sólo tuvo dos representaciones en 1893. Los entendidos, antes y todavía más ahora, critican con furor esta ópera, pero sin embargo, el éxito tenía sus justificaciones, a parte la de satisfacer el más puro sentimentalismo burgués. Eugenia Montale, el premio nobel y apasionado operófilo, resumió brevemente las razones: un libreto absurdo pero que pone de relieve cuatro personajes sin demasiada vida propia mas con grandes y lucidas partes para los cantantes; la melodía discurre ininterrumpidamente, no siempre inspirada pero sí teatral y, en fin, el añadido de las danzas, al gusto de la gran ópera francesa, que suelen hoy suprimirse, con lo que la obra pierde espectacularidad. Massine las restituyó con éxito en la Seala el año 1962, para la versión de Gavazzenni, Walmann, Cossotto y Raimondi y Ghiaurov.
La Favorita
Autores: Royer Vaéz y Scribe. Música de Donizetti. Intérpretes: Teatro Lírico Nacional. Dirección musical: G. P. Sanzogno. Dirección escénica: G. de Tomasi. Escenografía: G. Ranchetti. Figurines: E. Filardi. Orquesta y coros titulares. Teatro de la Zarzuela. Madrid 4 de junio.
Los intérpretes principales -Kraus y Verret- rebasan lo que se entiende por edad madura -el primero ha cumplido 65 años y la segunda hará 61 en septiembre-, pero su arte mantiene vivo un cúmulo de atractivos y, en mayor medida en el caso del tenor español, la voz conserva una frescura verdaderamente admirable. El fraseo de Kraus posee belleza legendaria, y la coloreada potencia dramática de la Verret le dio una respuesta a la que es difícil sustraerse. Compuso Santos Ariño un Alfonso XI de adecuados acentos, y Juan Pedro García Marqués sumó su buen hacer y la nobleza de sus medios. Inés, don Gasparo y el caballero estuvieron defendidos por Lola Arenas, Ricardo Muñiz e Iñaqui Bengoa.
No sonó bien la orquesta sobre todo al comienzo, pero a lo largo de la noche el maestro Sanno, puso las cosas en orden e impostó su trabajo al de los cantantes con evidente pericia. Queda en pie la escena en sus decorados, trajes y movimiento. Que Tomas¡ mudara la época poco importa, pues La favorita no refleja fidelidad histórica alguna, como no sea la del poderío de la iglesia que impidió al rey la separación de su esposa y el matrimonio con Leonora. Hubo exceso de "oscurotecnia" en los escenarios, y no lo digo porque la acción discurra en España, pues de España nada hay en la pieza, y tampoco me pareció demasiado acertada la situación de los coros, divididos y encajonados. Con estas obras quizá los mejores resultados se obtengan con realismo y grandes cromos polícromos al estilo de los Atanda, los Philastre y los Lucini, que tanto gustaron a los asistentes al Real el día de su inauguración.
Babelia
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