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CUARTO CENTENARIO DE 'EL ESPAÑOLETO'

Un Ribera sin tópicos ocupa el salón central del Prado

El redescubrimiento del pintor español tiene distintas versiones en Nápoles, Madrid y Nueva York

La exposición sobre José de Ribera, llamado El Españoleto, con motivo del cuarto centenario de su nacimiento, tiene tres versiones, con distinto número de obras y emplazamiento, y la misma intención de presentar un Ribera alejado de los tópicos -acumulados. La muestra se ha presentado en el castillo de san Telmo de Nápoles, hasta el 15 de mayo; y a partir de hoy y hasta el 16 de agosto ocupará el salón central del Museo del Prado. A continuación unas 70 obras se montarán en el Museo Metropolitan de Nueva York.El director del Prado, Felipe Garín, en la presentación de ayer a los medios informativos, señaló que la exposición ha sido posible, como producción propia, por la colaboración de todos los miembros del museo; el patrocinio de la Fundación Banco Exterior, que ha aportado 100 millones de pesetas, la mitad de su presupuesto anual, y el rigor científico de todo el proyecto, que ha sido dirigido por Alfonso Pérez Sánchez y Nicola Spinosa.

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Hitos deslumbrantes de la muestra

Garín cree que la exposición "redescubre a un artista injustamente tratado y necesitado de una profunda revisión" y está seguro de que va a conectar con el público como una gran experiencia cultural.

Alfonso Pérez Sánchez situó en la exposición de pintura napolitana, celebrada en 1985 en el palacio de Villahermosa, de Madrid, en aquel momento dedicado a la ampliación del Prado, el punto de partida de la actual muestra de Ribera, como "el pintor más significativo en el Nápoles de su época y el más influyente de sus artistas".

Para el director científico de la muestra, Ribera se presenta por primera vez sin prejuicios y sin los tópicos nacionalistas y románticos. Según Pérez Sánchez, para los italianos, Ribera era un bárbaro extranjero, un español violento, cruel y sanguinario que mojaba su pincel en la sangre de los mártires, situado al margen de la tradición italiana impregnada de clasicismo y sabiduría. Para los españoles se trataba de un pintor vinculado a la escuela valenciana, cuando en realidad salió de España a los 16 años y Ios primeros pasos fueron borrados por el modo italiano, que le deslumbró".

Pérez Sánchez añade que la tradición española ve únicamente al Ribera del museo del Prado, en cuyos fondos existen unas 40 obras, no todas expuestas por falta de espacio. "El Ribera del Prado es una parte, porque sus cuadros mitológicos y paisajes han estado fuera del museo". "Ahora se presenta un Ribera más abierto y liberado de los viejos tópicos, hasta llegar a un pintor luminoso, que era desconocido, aunque se trata de una figura capital del siglo XVII europeo".

También se refirió a los distintos lugares que tiene la muestra, con el montaje de Nápoles, "que envolvía las obras", y. el del Museo del Prado, "con una dimensión inmediata que permite el estudio de cada cuadro". Aclaró que no se presentaba obra gráfica de Ribera, como en la ciudad italiana, al estar cercana la muestra que organizó la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. En cambio, se muestran 64 dibujos que enriquecen el conocimiento del pintor.

La amplia labor de limpieza y restauración de las obras de Ribera en el taller del Prado ha permitido descubrir firmas y fechas, que han confirmado las apreciaciones de los expertos. Una de las obras restauradas ha sido la Inmaculada de las Agustinas de Monterrey, de Salamanca, lienzo que llegó en estado penoso y lleno de agujeros. Otras piezas excepcionales, según Pérez Sánchez, son los paisajes de la colección de la Casa de Alba, la Misa de san Donato y un inédito San Sebastián de los herederos de Godoy. Tras señalar el orgullo de poder presentar esta exposición en el Prado, Pérez Sánchez criticó que para el montaje se hayan tenido que descolgar otras obras importantes de los fondos del museo. "El Prado exige una amplitud de elementos y espacios que desgraciadamente carece y que no vemos un horizonte fácil para solucionarlo. Es una exposición para acompañar al Prado pero no para mutilarlo".

"Antes no lo tenía claro pero ahora Ribera es uno de los grandes, como Rembrandt o Velázquez", dice Manuela Mena, subdirectora del Museo del Prado y comisarla de la muestra, para quien no existe diferencia entre el Ribera pintor y dibujante, ya que juega con la diferencia del soporte al plantear sus delicadas composiciones de los personajes y las relaciones espaciales del conjunto.

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