Adaptación errada

Guionista, productor, director y coautor de la fotografía: nadie puede negar que Carlos Suárez, prestigioso y siempre inspirado fotógrafo, se haya ahordo tareas en esta su segund película tras su debú en aquel Jardin secreto que escondía, detrás de las vacilaciones de tantas óperas primas, un morboso y singular sentido de la transgresión. Nada tienen que ver, en primera instancia, las cutres imágenes de una de las criaturas más cutres de nuestra moderna cultura mediática (sin que el adjetivo, por esta vez, signifique matiz peyorativo alguno). Y, sin embargo, por debajo de este filine que a veces parece rodado y montado a hachazo limpio, hay una parecida vocación detransgresión. Lo que no implica, por desgracia, acierto a la hora de transgredir. Varios son los inconvenientes que el espectador debe superar a la hora de visionar las peregrinas y disparatadas andanzas del popular personaje que Ramon Tosas, Ivá, creó en las páginas del semanario satírico El Jueves. La primera, y es de temer que mortal, es un doblaje sencillamente infecto. En caso de superarse este primer escollo, hay que sobreponerse al formato que el propio filme -que Suárez- elige para sus criaturas: a la hora de traspasar los personajes del tebeo a la película, el realizador no cuenta con la parquedad del escenario teatral -primer, y muy exitoso, destino de Maki fuera del universo de la historieta-, que obliga a pulir diálogos y a concentrarse mucho más en las acciones. Por tanto, Suárez opta por una visión casi caricaturesca no sólo de sus improbables héroes, sino de todo personaje que aparece por la función.

El resultado deja amplias zonas para la duda. Por una parte, el magnetismo de los personajes, marginales barceloneses orgullosos de serlo, queda diluido por la virtualidad aplastante de la imagen, que los hace mucho más improbables todavía. Ayuda, yno poco, a esta sensación el hecho de que ninguno -la excepción es tal vez la Santpereparece creerse mucho lo que está haciendo. Por la otra, la elección de algunas de las peripecias ilustradas dinamita la mejor de las adhesiones.

Lo bueno que queda en pie ya estaba en la historieta. Es de temer que, por esta vez, Suárez haya errado el tiro. Hubiese sido imprescindible el arrojo y la enloquecida osadía del primer Almodóvar -el mejor, con perdón-, el de Pepi, Luci y compañía, para abordar una empresa tan brutal, despiadadamente directa como la que exigían esos seres de papel y tinta.