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La crisis del agua amenaza la estabilidad en Oriente Próximo

JUAN CARLOS GUMUCIO ENVIADO ESPECIALEl primer intento internacional para evitar que el agua -o, mejor dicho, la falta de ella- complique aún más la situación de Oriente Próximo comienza hoy en Viena con la convicción generalizada de que el actual régimen de explotación de recursos hidráulicos es un factor de desestabilización en la zona. La conferencia es parte de la fase multilateral de las negociaciones de paz inauguradas en Madrid hace seis meses y entraña importancia capital. En Oriente Próximo, el agua tiene una colosal dimensión política.

Eclipsada por la disputa territorial entre árabes e israelíes, la vital cuestión del agua será explorada en secreto en Viena. En una sala del Centro de Conferencias de la capital austríaca israelíes, jordanos y palestinos expondrán ante representantes de cerca de 30 países los peligros que encierran las actuales políticas que regulan el uso de los recursos hidráulicos.Fieles al principio de que resulta inútil tocar temas multilaterales mientras Israel continúe ocupando tierras árabes, Siria y Líbano mantienen el boicoteo de las conversaciones multilaterales. Los jordanos y los palestinos se encargarán de exponer el argumento árabe de que Israel usufructúa agua y que la agricultura palestina en los territorios ocupados está pagando el precio del derroche de los colonos judíos.

Mientras, en mesas similares se discuten los temas de la limitación de armamento en la legión, en Washington; los asuntos económicos y de desarrollo regional, en Bruselas, y los relativos a cuestiones, de medio ambiente, en Tokio. Para restar visibilidad a las recriminaciones, Estados Unidos, en su calidad de copatrocinador de la Conferencia de Paz, ha impuesto una desusada política de máxima discreción. La delegación norteamericana, presidida por Alan Keyswetter, director regional para Oriente Próximo del Departamento de Estado, anunció ayer que "toda la información saldrá de Washington" y que los expertos en la materia "han recibido instrucciones" de no hablar con la prensa.

Los israelíes también están interesados en matizar lo que se perfila como un nuevo choque árabe-israelí en el campo técnico. Un portavoz de la delegación israelí dijo que los contenciosos por el agua entre Israel, Jordania y los palestinos pertenecen a las negociaciones bilaterales y no existe lugar para su discusión en el marco multilateral. "Nos limitaremos a explicar nuestra posición", puntualizó.

Hay, sin embargo, poco que ocultar y una de las cosas más evidentes es que la conferencia tiene como principal trasfondo las advertencias de numerosos especialistas que sostienen que el problema del agua lleva las semillas de nuevos conflictos.

Estados Unidos y Rusia creen que, aunque se logre un acuerdo territorial entre Israel y sus vecinos árabes, la paz no será duradera mientras no exista un régimen de acceso y uso de las escasas fuentes hidrológicas.

La reunión de Viena demuestra que si en algo están de acuerdo árabes e israelíes es en que todo arreglo político debe incluir necesariamente la cuestión del agua.

Un reciente informe del profesor jordano Elías Salameh, de la Universidad de Ammán, destaca la importancia del tema afirmando que "existe la posibilidad de que en algún momento, entre 1995 y el año 2005, será tal la demanda de agua en Israel, Jordania y Cisjordania que habrá conflicto".

Ese pronóstico es compartido por expertos del Centro Internacional de Estudios Estratégicos Internacionales de Washington, quienes aseguran en un informe que "hacia principios del siglo XXI, la pugna por los limitados recursos hidraúlicos puede afectar los de por sí frágiles vínculos entre Estados de la región y provocar un clima de agitación sin precedentes".

La estrategia de la sed

Oriente Próximo posee dos terceras partes de las reservas conocidas de petróleo, pero padece de crónica falta de agua. Ello da a sus recursos hidráulicos un carácter vital para su seguridad.El agua ha sido tema de dlscordia desde tiempos inmemoriales. La geografía de la sed tiene su punto más explosivo en el triángulo formado por Siria, Líbano del sur, Jordania, Israel, y los territorios ocupado de Cisjordania y Gaza, el principal campo de batalla del conflicto árabe-israelí.

Igual capacidad para generar tensiones se registra entre Turquía, Irak y Siria, que se disputan el uso de las aguas del Tigris y el Éufrates. Egipto, por su parte, ve que de sus relaciones no muy amistosas con Sudán o de acuerdos obsoletos depende la vida del Nilo.

Los emiratos del desierto del Golfo han solucionado parcialmente el problema con gigantescas plantas de desalinización, pero, gracias al petróleo, son los únicos que pueden permitirse los costes de semejantes empresas.

En un paso destinado a aumentar considerablemente la influencia turca en toda la región, Ankara ha propuesto la construcción dé un "acueducto para la paz" para llevar agua potable desde sus vecinos hasta Jordania, pero la idea permanece, por el momento, en el terreno de la utopía.

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