Del entusiasmo a la duda

La profunda crisis que afecta al Gobierno de Bonn ha desviado la atención pública de la ratificación del Tratado de Maastricht. Las tensiones surgidas en Alemania después de la unificación y la ya evidente recesión económica, evidenciada por la huelga del sector público, han añadido dudas sobre la construcción europea.Las conversaciones que los partidos de la coalición de Gobierno (CDU-CSU y FDP) tendrán el próximo día 27 con la oposición socialdemócrata (SPD) serán claves para despejar el camino de la ratificación.

Las quejas sobre el texto negociado con indiscutible autoridad por el canciller Helmut Kohl en la ciudad holandesa han sido muchas. Ya en el seno del Gobierno, los socialcristianos bávaros han sido los primeros en lamentarse por el escaso papel adjudicado a las regiones en Maastricht, llegando a pedir un cambio constitucional que atribuya a los länder el derecho a negociar cualquier aspecto de la política comunitaria que entre en el marco de sus competencias.

Los alemanes han pasado de ser uno, de los países más entusiastas de la CE a dudar de las ventajas que pueda ofrecerles la futura Europa unificada. El más doloroso elemento de este proceso es la pérdida de su moneda emblemática.

Bonn echa de menos ahora también no haber convencido a sus socios de iniciar una política común en el campo de la emigración. Con 400.000 peticionarios de asilo político en suelo alemán, este problema no parece tener solución si no es en el marco comunitario.