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Rafael Alberti y Paco Ibáñez llevan la poesía española a París

Con casi 90 años, Alberti parte esta noche a la reconquista de París, donde en 1939 comenzo su largo exilio. Durante cuatro veladas, el poeta gaditano y el cantante Paco Ibáñez ofrecerán en el Casino de París el espectáculo A galopar, estrenado en Madrid la pasada primavera. Ambos aceptan que su arte es hoy "un río subterráneo".

En una salita de un hotel tranquilo de la orilla izquierda del Sena, Alberti, recién llegado de España, degusta con parsimonia un tinto de Burdeos. Está hundido en un sillón: blanquísima melena, nariz aguileña, rostro bronceado que trae olor a pino y sabor a sal a la desangelada primavera pansiense; y floreada camisa, abierta hasta el esternón. A ratos tiene aires de patriarca de otros tiempos; en otros parece un dandy irrestiblemente modernoA su vera, Paco Ibáñez ahuma su burdeos con cigarrillos Gitanes. A sus 57 años, el cantante que simbolizó la oposición al franquismo, es salvo por el pelo entrecano, el de siempre: tan modesto como sus ropas sombrías; sobriedad -militante iluminada por la sonrisa pícara de hijo del pueblo español.

Preside la escena el caballo de madera creado por el valenciano Jose María Gorris para el espectáculo del Casino de París. Cada vez que lo mira, Alberti recita: "Galopa, caballo cuatralbo... ¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar!". La voz de Ibáñez se le junta y el entusiasmo de ambos contagia a la docena de franceses y españoles presentes en la salita. Los camareros asisten atónitos al coro.

"Hacía mucho que no venía a recitar a París, esta ciudad que es espaldarazo de todo" dice Alberti. Y luego, con voz firme en bajo volumen, se extiende en un homenaje a su compañero de fatigas: "Paco es mi verdadero hermano; le admiro mucho. El idioma que pone a sus canciones lo reinventa él, porque como pronuncia mal la mitad de las palabras...". Tras la carcajada general, el poeta continúa: "Paco es, único interpretando poesía española. Le saca una profundidad y una novedad maravillosas".

Poesía cantada

Paco Ibáñez se rebulle en su sillón y devuelve los cumplidos: "Rafael ha cantado la vida en todas sus facetas: es la humanidad, la chispa, la gracia y el talento. Representa la España soñada de la rabia y de la idea".En la velada, Alberti repite varias veces que la poesía nació para ser cantada y, para predicar con el ejemplo, entona unos versos cada vez que cita a un autor. Así, al rememorar a Rubén Darío interpreta Canción profana. Y al evocar el asesinato de Federico García Lorca, se descuelga con Balada del que nunca fue a Granada y consigue que, durante una fracción de segundo, un silencio estremecido se apodere de la salita.

Paco Ibáñez dirá que el aliento de la poesía española no se agotó con la generación del 27 y citará los nombres de José Agustín Goytisolo y Fanny Rubio. Aceptará, sin embargo, que la música que él representa es un hoy "un río subterráneo, para un público minoritario. La mayoría de los españoles están alejados de sí mismos", añade. "Tienen meros objetivos materiales: ganar más dinero para consumir". Alberti saldrá de su largo silencio para aprobar con un movimiento de cabeza.

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