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50 años sin Miguel Hernández

Nuevos documentos sobre el escritor a partir del expediente judicial y carcelario

El poeta Miguel Hernández (1910-1942), del que hoy se conmemora el 50- aniversario de su muerte, no estaba "identificado" con la "causa nacional". Es más, consideraba que el "Movimiento no podía hacer feliz a nadie". Sólo por pensar así en 1939 fue condenado a muerte, aunque la pena le fue conmutada por 30 años de prisión. A pesar de que el poeta recordó al juez que no "había asesinado ni denunciado a nadie", no evitó pisar las prisiones del franquismo. Son datos del expediente judicial y carcelario de Miguel Hernández, que han servido de base al fiscal alicantino Miguel Gutiérrez para publicar un libro sobre el caso.

Miguel Hernández no logró convencer a la policía internacional portuguesa para que lo dejara en libertad aquel 30 de abril de 1939, cuando fue detenido en Moura. "La policía francesa lo hubiera hecho", les dijo. El escritor quería huir a Chile, tras la derrota de la República a manos de los franquistas. Quizá le traicionó la confianza. El poeta de Orihuela (nacido en 1910 y muerto en 1942) intentó cruzar a pie la frontera portuguesa. Iba sin pasaporte. Sólo llevaba dos salvoconductos que le permitieron llegar hasta Andalucía; el libro de poemas La destrucción o el amor, de Vicente Aleixandre; una carta de éste en la que le corregia un trabajo y el texto del auto sacramental Quién te ha visto y quién te ve y sombra lo que eras (1934).En el puesto fronterizo de Rosal de la Frontera (Huelva), Miguel Hernández fue sometido a un intenso interrogatorio, el primero de los tres que constan en el procedimiento sumarísimo de urgencia número 21.001 y en el expediente carcelario instruido contra él. El escritor hizo una gran defensa de su amigo Federico García Lorca. Así quedó transcrito en su declaración: "Estrechado a preguntas sobre sus amistades manifiesta que García Lorca era un hombre de mucha más espiritualidad que Azaña, que no desconoce que era pederasta... y que después del Teatro Clásico él ha sido una de sus mejores figuras".

Quizá temiendo por su muerte y con esa impulsividad que los que le conocieron dicen que le caracterizaba, advirtió a los agentes ante la tentación de asesinarlo. "Que tengan cuidado", señalan los documentos que pidió, "no sea se repita el caso de García Lorca, que fue ejecutado rápidamente y según tiene entendido el mismo Franco sentó mano dura sobre sus ejecutores".

Apolítico

Tras ser detenido, el escritor oriolano señaló que, al estallar la guerra, trabajaba para la editorial Espasa Calpe en la redacción de la Enciclopedia Taurina, de José María de Cossío. A pesar de que se definió como apolítico, explicó que en septiembre de 1936 se incorporó a un Batallón de Zapadores [organizado por el Partido Comunista] destinado a Madrid. Como soldado, pasó después a las oficinas del primer Batallón Móvil de Infantería, que editaba el periódico Al ataque, en el que publicaba sus poemas, que a su vez eran reproducidos en El mono azul, revista publicada por la Alianza de Intelectuales de Madrid.Hoy, 28 de marzo, se cumple el cincuentenario de la muerte del poeta. Hace pocos meses se ha recuperado el sumario de su caso. Frases como "no estoy identificado con la causa nacional, que no puede hacer feliz a España" o "escribía por identificación con la causa popular y en contra de la invasión", le valieron la condena a la pena de muerte un 18 de enero de 1940. Franco se la conmutó unos meses después por 30 años de cárcel.

De acuerdo con los datos del sumario, fue muy negativo para Miguel Hernández el manifiesto publicado el 19 de noviembre de 1936 en el diario El Sol por la Alianza de Intelectuales. En aquel texto, bajo el lema A los intelectuales antifascistas de todo el mundo, se instaba a la resistencia. "Desde Madrid", aseguraba aquel texto, "presenciando la patológica crueldad de los fascitas.... queremos denuciar los asesinatos incalificables que lleva a cabo el enernigo". Entre otros, lo firmaban José Bergamín, Manuel Altolaguirre, Luis Cernuda, Miguel Prieto, Miguel Hernández, Rafael Alberti y Vicente Aleixandre.

En junio de 1938, todavía en zona roja, el autor de El rayo que no cesa pasó a la Escuela de Oficiales, ubicada en Albalat dels Sorells, una localidad situada a pocos kilómetros de Valencia. "Les recitaba versos en los que les recomendaba la resistencia contra el Ejército Nacional", explicó el escritor, según consta en la declaración mecanografiada. Eran los poemas recogidos en Vientos del Pueblo (Valencia,1937). El poeta colaboraba entonces en la Revista de Occidente, en el periódico Ayuda, en Nueva Cultura y en la revista Independencia.

Su condición de escritor y periodista hizo que en junio de 1939, el Juzgado Militar Permanente número 5, que instruía el sumario, se inhibiera a favor del Juzgado Especial de Prensa. El 4 de julio, este juzgado abrió el proceso y el día 6 se le interrogó de nuevo. Reconoció "sus ideales antifascitas y revolucionarios, no estando identificado con la Causa Nacional, creyendo que el Movimiento Nacional no puede hacer feliz a nadie". Le explicó al juez que Vientos del pueblo "es una compilación de toda la labor que como escritor antifascista y al servicio de la causa del pueblo desarrollaba durante la guerra".

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