Un coladero

J. V., El nuevo reglamento es, en varios aspectos, un coladero. En realidad constituye un auténtico triunfo para toreros y ganaderos, a quienes Interior rebaja las ex¡gencias que contenían todas las reglamentaciones anteriores.

Los ganaderos, sobre todo, pueden estar satisfechos, pues les brinda unas perspectivas de legalidad que nunca habrían soñado: el control del afeitado, sólo en determinados casos; la integridad del toro, rebajada, al reducirse el tercio de varas. Y la autorización expresa para lidiar en novilladas no sólo los novillos de desecho de tienta o defectuosos, como indicaba el antiguo reglamento, sino también los astillados, escobillados, despitorrados, mogones y hormigones. O sea, ¡que les vale todo!

Pero, además, el nuevo reglamento no dice que los toros hayan de tener marcado a fuego el guarismo correspondiente a su año de nacimiento, según se venía haciendo, sin excepciones. únicamente señala que la autoridad competente en materia de ganadería" regulará la acreditación de la edad, sin especificar cómo, ni quién es esa autoridad.

Lo sorprendente es que en el anteproyecto elaborado por el propio Ministerio sí se recogía que el guarismo de la edad estaría marcado a fuego. Los motivos por los que el Ministerio ha borrado del texto definitivo esta prescripción -garantía ante el público de la edad del toro-, no se acaban de entender. O se entienden demasiado, depende.