Los tecnócratas de Yeltsin
Un equipo de especialistas intenta poner a punto la econormía rusa
Nuestro encuentro se produjo en 1987, en la época de los clubes de discusión semilegales. Náishul intervenía por entonces en el club Perestroika, que se reunía en el edificio del Instituto Central de Economía y Matemáticas (TSEMI), y además aceptaba explicar el estado de la economía soviética en el piso de unos amigos comunes.La única condición para aquellos encuentros era no preguntar el nombre ni el teléfono de aquel joven economista que, ahora lo sé, temía el efecto del trato con los periodistas occidentales sobre su carrera en el Instituto de Pronósticos Económicos de Moscú.
Yegor Gaidar, el padre de la reforma, entra en su despacho de primer vicejefe de Gobierno por una de las puertas principales de la antigua sede del Comité Central.
Los jóvenes del CTRE, que tienen entre treinta y algo más de cuarenta años, entran en el edificio por una puerta lateral y, vestidos con gruesos jerséis, trabajan, envueltos en humo de fuerte tabaco negro, en los despachos de los antiguos funcionarios encorbatados del aparato comunista.
Veteranos de Leningrado
El equipo de Gaidar tiene dos partes: en la primera están los cargos ministeriales o equivalentes; en la segunda, los expertos del CTRE. Dentro del equipo hay polémicas y divisiones sobre cómo llegar a una economía de mercado. Aunque los miembros del equipo tienen distintos orígenes geográficos y sociales, la mayoría se conocen desde hace tiempo.
. Su trayectoria común comenzó en Leningrado a principios de los ochenta (en 1983 o 1984), antes de que Mijaíl Gorbachov llegara al poder. Muchos de los artífices de la política económica rusa asistían por entonces a los seminarios semiclandestinos que organizaba el economista Serguéi Vasillev, en el Instituto de Finanzas y Economía de Leningrado.
Vasiliev, hoy director del CTRE, reunía en su laboratorio a gente como Gaidar; Anatoll Shubais, que hoy tiene 36 años y es jefe del comité encargado de la privatización en Rusia; el sociólogo Simón Kordonski; Vital¡ Náishul; Konstantín Kagolovski, director del Centro Internacional de Investigación de Reformas Económicas, y Piotr Aven, viceministro de Relaciones Económicas Exteriores de la actual Rusia.
En aquellos seminarios se discutía sobre la reforma en Hungría, sobre el modelo yugoslavo y también se debatían temas tan prohibidos como la reforma checoslovaca de los sesenta, explica Borís Lvin, que, a sus 30 años, es uno de los benjamines del equipo. La lectura de las obras de Von Hayek o Milton Friedinan y otros economistas occidentales se daba por supuesta en el grupo.
Entre los jóvenes economistas de Leningrado y los de Moscú había algunas diferencias. "Los de Moscú tenían la tentación de ejercer su influencia sobre el poder y de escribir informes para el Comité Central. Creían falsamente que los dirigentes no entendían bien las cosas y que, si se las explicaban, acabarían entendiéndolas", afirma Lvin.
Los seminarios leningradenses tenían su complemento en el TSEMI de Moscú, donde el académico Stanislav Shatalin protegía a expertos como Gaidar o Alexandr Shojin, hoy ministro de Trabajo y primer vicejefe del Gobierno ruso.
La figura clave en la conexión entre Yeltsin y el equipo de Gaidar ha sido uno de los asistentes a los seminarios de Leningrado, Alexéi Golovkov, de 35 años. Este licenciado en matemáticas por la Universidad de Moscú es hoy el jefe de la Administración Gubernamental, es decir, la mano derecha de Guennadi Búrbulis, el número dos del Gobierno ruso.
Con dimensión política
Fue Golovkov quien tuvo la idea de continuar en la Casa Blanca (el Parlamento ruso) la tradición de seminarios iniciados en Leningrado. Esta vez, sin embargo, los seminarios, que se celebraban una vez por semana, tenían una dimensión política directa. En ellos se elaboraron documentos confidenciales que acabarían jugando un papel importante en el desmembramiento del Estado soviético.
Kagalovski, Náishul, Vasiliev y Kordonski volvieron a reunirse así bajo la batuta de Búrbulis y Golovkov. Al producirse el golpe de Estado en agosto pasado, el equipo de relevos estaba preparado para cualquier eventualidad. En las dachas (casas de campo) de Arjangelskoe, en las afueras de Moscú, Golovkov hizo de puente entre Gaidar, Shojin, Kagalovski, por un lado, y Búrbulis, por el otro. Búrbulis, a su vez, les condujo hasta Borís Yeltsin.
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