Adiós a la extraña pareja
Eva y Adele han sido, como siempre, la principal atracción de Arco. Ellas (¿o ellos?) acuden a casi todas las ferias de arte del mundo, siempre cogidas de la mano, vestidas con trajes llamativos, con la cabeza rapada y maquilladas hasta la exageración. No son exhibicionistas, son artistas conceptuales. Ellos lo explican así: "Somos pinturas inmateriales, una obra de arte que nadie puede comprar porque pertenecemos a todo aquel que nos pueda ver". Residen en Berlín, juegan con la ambigüedad del sexo y no quieren desvelar el secreto de su medio de vida. Hace años que viven convencidos de que son una obra de arte y aseguran que los miles de fotografías que les hace el público, y que piensan coleccionar, forman parte de su proyecto porque multiplican su obra por todo el mundo.