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Uganda, arrasada por el sida

Cinco millones de futuras víctimas del virus de la 'delgadez'

Uno de cada tres ugandeses puede morir de sida. La enfermedad cabalga sobre un país pobre y en posguerra. Ya ha infectado a un millón y medio de los 17,2 millones de habitantes. Diezma la población activa, y aún más al ejército. Los huérfanos -más de 50.000- aumentan cada día. Ir de entierro se ha convertido en un acto cotidiano. Pero en la batalla contra el sida no se tira la toalla. La esperanza se llama vacuna, aunque aún no existe. Este año, sin embargo, van a comenzar los experimentos. EL PAÍS visitó Lacor, uno de los hospitales seleccionados.

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Los condones no sirven demasiado cuando el 90% de la población es analfabeta funcional. Los lemas contra el sida aparecen por los cuatro costados de Uganda. Pocos pueden entenderlos, pero todos conocen la maldición a la que llaman delgadez. "En este país, todo el mundo ha perdido a alguien por el sida", explica el director del semanario Topic, Wafula Oguttu.La enfermera Christine conoce bien el drama. Dirige el servicio de asistencia domiciliaria para enfermos de sida, creado por el hospital Nsambya, en Kampala, ante la imposibilidad de atenderles en el centro. "Atendemos a unos treinta pacientes por semana. No tenemos capacidad para más", señala. "El hospital no dispone de jeringuillas desechables porque son caras. Tratamos de mejorar el sistema de esterilización", añade la religiosa irlandesa Miriam Sullivan.

Christine, se deprime con frecuencia: "Es terrible trabajar sabiendo que los enfermos van a morir. Y no es sólo eso. ¡Hay tantas viudas, tantos huérfanos!".

El sida, además, se ceba en la población económicamente activa, entre 15 y 40 años, la encargada de enderezar un país con 280 dólares (27.000 pesetas) de renta per cápita anual.

El Gobierno intenta que las propias familias se hagan cargo de los huérfanos más pequeños, a menudo también enfermos: el 40% de las madres seropositivas transmiten el virus a sus bebés, según datos oficiales. "Pero no somos partidarios de los orfanatos, son el último remedio", apunta el ministro de Salud, James Makumbi. El problema se complica si se tiene en cuenta que los viejos pierden a los hijos que podrían cuidarlos y al mismo tiempo deben hacerse cargo de los nietos.

Más de 50.000 huérfanos

El sida se deja sentir especialmente en la capital, Kampala, y en la ciudad de Masaka, situada en la larga carretera que une Zaire con el puerto keniano de Mombasa. Esta ruta es uno de los principales itinerarios del sida, también llamado enfermedad del camionero. Fuentes no oficiales calculan que al menos un tercio de los jóvenes de ambas poblaciones está infectado. Sólo en las zonas de Rakai y Masaka se calculan 50.000huérfanos."Las mujeres llevan la peor parte", afirma la representante de la mujer, Rhoda Tumusiime. "Ésta es una sociedad polígama. El hombre, que no acepta utilizar condón [uno cuesta cinco pesetas en un país donde un maestro cobra -si cobra- unas mil pesetas al mes], suele tener varias mujeres. Y si coge el sida, puede contagiar a todas", señala.

El informe del Programa de Control del Sida, dependiente del Ministerio de Sanidad, le da la razón: la principal vía de contagio en Uganda es la heterosexual. Los hombres transmiten el virus VIH "más eficientemente" a las mujeres que viceversa. El problema se repite en todo el continente: cada hora se infecta de sida una africana, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El Gobierno intenta cambiar las costumbres y promueve la fidelidad conyugal. Las campañas contra la infección también se dirigen al Ejército, en el que, según coinciden varias fuentes no oficiales, el sida ha infectado a más del 40% de los efectivos.

Fieles o no sexualmente, los caballeros que buscan novia con anuncios en la prensa exigen ternura... y pruebas médicas. Más frecuentes que los anuncios son las esquelas de gente joven, sobre todo en el único diario, New Vision. Como en el resto del país, el mal también castiga allí: "De los 190 trabajadores del diario ya han muerto nueve por el virus", afirma el director, William Pike.

La delegada de Agricultura de la CE en Kampala, la española Alicia Escuin, intenta acostumbrarse a los anuncios de funerales que hay en el garaje de su oficina, compartido con la sede del Commercial Bank en Kampala. "Siempre hay fotos de los últimos muertos, son gente joven", afirma.

En la carretera al aeropuerto de Entebbe, las carpinterías de la zona anuncian ataúdes. La única esperanza se llama vacuna. Pero aún no existe.

La enfermedad se nutre de otras denominadas oportunistas, y que son endémicas en África: en Lacor, de cada 100 pacientes con tuberculosis o dolencias respiratorias, entre 50 y 60 son seropositivos.

"No tenemos capacidad para atender a todos los infectados. Nos limitamos a intentar paliar los males que acarrea la inmunodeficiencia", explica la cirujana canadiense Lucille Teasdale. Ella, cofundadora del centro con su marido, el médico italiano Piero Corti, hace 30 años, también es víctima de la enfermedad.

Las cifras de la OMS quedan cortas si, como reconoce el ministro Makumbi, sólo en Uganda se calculaque hayun millón y medio de infectados-10% de la población- y que cinco millones -casi uno de cada tres habitantes- morirán en los próximos años. La enfermedad se manifiesta, en la mitad de los casos, 10 años después de contraer el virus."Es pronto para pensar que la batalla se ha perdido", dice Makumbi. "Es cierto que se habla más de Magic Johnson que de Uganda", dice el ministro de Salud. "Pero el mundo no es una isla y todos deberían sentirse responsables de lo que nos pasa a nosotros". Es necesario hacer un esfuerzo internacional para que no nos dejen solos".

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