El 'reparto' del Ejército Rojo amenaza a la CEI
El mariscal Yevgueni Sháposhnikov, jefe de las Tuerzas Armadas de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), ha ganado unos días de tiempo con las gestiones que efectuó tras conocer el jueves que Ucrania había decidido hacerse de inmediato con el control de las tropas desplegadas en su territorio. La acción in extremis del general, que trata de evitar que el Ejército de la nueva comunidad desaparezca antes de nacer, no oculta la evidencia de que Ucrania no ha querido esperar los dos meses de plazo que el lunes pasado habían acordado darse los 11 presidentes de la CEI antes de decidir la mejor forma de desmantelar el Ejército. La aceleración por Ucrania de ese proceso pone en entredicho la virtualidad de las decisiones de la CEI, que de momento ha servido sólo para liquidar la Unión Soviética y desplazar a su presidente, Mijail Gorbachov.
Las autoridades ucranias ordenaron el día 2 que los soldados destinados en su territorio jurasen de inmediato fidelidad a la república. Si no lo hacían, les daban la opción de irse a otros destinos en la CEI o darse de baja. Sháposnikov remitió de inmediato un telegrama en el que no se oponía a que se jurara fidelidad a las repúblicas, pero ordenaba que se jurase también lealtad al jefe de las Fuerzas Armadas de la CEI, que es él mismo.El proceso de jura de fidelidad a Ucrania se vio paralizado, según ha admitido el ministro de Defensa ucranio, general Konstantín Morózov. El viernes prestó juramento el personal del propio ministerio, pero el proceso se suspendió ayer. En principio, los actos se han pospuesto hasta el día 10, y Morózov insiste en que estará terminado en 15 días.
Doble juramento
El ministro de Ucrania, un general de origen ruso, ha asegurado a la prensa local que el Parlamento de esta república había "mostrado su desaprobación" al telegrama de Sháposhnikov que ordenaba el doble juramento, que empezó a ser conocido el viernes por las unidades de las tres regiones militares de Ucrania -Kiev, Odesa y Ciscarpatia- y la flota del mar Negro. Ahora, admitió Morózov, "muchas unidades no saben qué es lo que han de jurar".
Al frustrar el factor sorpresa, Sháposhnikov ha dado tiempo a las unidades a debatir su pase o no al nuevo Ejército ucranio. La agencia rusa Interfax distribuyó ayer una información sobre el regimiento de helicópteros de la ciudad de Alexandria que puede ser un ejemplo de lo que está pasando. Los oficiales se reunieron el sábado y decidieron comunicar a la autoridades de Kiev que no iban a jurar hasta que el Parlamento no apruebe una ley que establezca de manera precisa la estructura de las nuevas Fuerzas Armadas ucranias, el número de soldados que las van a formar y los plazos de reducción de efectivos.
Asimismo piden la aprobación de leyes sobre la protección social de los militares y sus familias y que se precise la cuantía de las pensiones de retiro que vayan a cobrar los que decidan darse de baja. Este regimiento tiene gran prestigio por ser el primero que actuó tras la explosión de la planta nuclear de Chernóbil.
La inmensa mayoría -más del 80%- de la oficialidad del Ejército de la antigua URSS es de origen ruso o ucranio, con una proporción algo mayor de rusos. En la propia Ucrania, los oficiales de uno y otro origen se sitúan en ambos casos en torno al 40%. Así, 75.000 oficiales allí destinados son rusos, mientras que los ucranios son un número algo inferior. El total de oficiales ucranios en el conjunto del extinto Ejército Rojo es de 167.000. Ante estas cifras, no es de extrañar que el general Morózov se haya puesto en contacto con otras repúblicas para organizar un intercambio de oficiales.
En una reunión que mantuvo el sábado por la tarde con la prensa rusa, el mariscal Sháposhnikov describió la situación del ex Ejército Rojo como "crítica". Tras admitir que no era lógico seguir hablando de la unidad de las Fuerzas Armadas subrayó que lo que ahora hace falta es "salir de la dificil situación creada con dignidad y el menor daño posible".
Los jefes de Estado de la CEI, reunidos en Minsk, dieron el lunes pasado a Sháposhnikov dos meses para que tratara de encontrar la manera de dividir ordenadamente el Ejército, una vez había quedado claro que Ucrania, Moldavia y Azerbaiyán no sólo no aceptaban que la CEI tuviera unas Fuerzas Armadas unificadas, sino que se oponían también a que la unidad militar se mantuviera durante un período transitorio, ya fuera éste de cinco años o de sólo tres.
Tras aceptarse en Minsk la ruptura del Ejército a corto plazo, otras tres repúblicas han hecho saber que desean tener fuerzas armadas propias: Bielorrusia, Turkmenistán y Uzbekistán. Sháposhnikov comentó el sábado que sólo Rusia, Kazajstán, Armenia, Tayikistán y Kirguizistán apoyan un Ejército unificado.
Un grupo de diputados del Parlamento ruso ha remitido una carta a sus colegas ucranios en la que subrayan que su decisión "viola los acuerdos de Minsk y Almá Atá" -las dos únicas cumbres celebradas hasta ahora por los presidentes de la Comunidad de Estados Independientes- y ha originado "una situación explosiva".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.