Senado semivacío

El ejemplo del Senado prácticamente vacío durante el debate sobre el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 1992, como en otros casos recientes en el Congreso, no es nada ejemplar para el afianzamiento tan necesario en España de una sociedad civil y de las razones más profundas de las que señala su editorial (19 de diciembre de 1991). No soy nada adicto al sistema antidemocrático de las elecciones parlamentarias británicas ni a las formas colegiales, incluso infantiles -gritos, guasas, risas- de los debates en los Comunes. (No es por nada que durante muchos años de la posguerra los columnistas parlamentarios de los periódicos serios británicos fueron en muchas ocasiones ex críticos de teatro). Pero sí, por lo menos hay debates en los cuales los diputados de a pie pueden, y deben, participar.Tampoco soy nada adicto a la política europea del Gobierno británico actual, pero hay que decir que los Comunes fueron unos de los pocos Parlamentos de la Comunidad en debatir el proyecto europeo antes de Maastricht. Una periodista francesa célebre fue enviada por su periódico a cubrir el debate. Como confesó después, se fue a Londres muy cínica y regresó bastante impresionada. No por el debate en sí ni por el hecho de que los diputados de a pie hablaron, sino porque cada diputado empezó su discurso diciendo: "Mis electores quieren..., dudan... temen... ".

Si los diputados y senadores no sirven más que de carne de cañón de los votos parlamentarios, y no pueden intervenir en los debates en representación directa de la opinión de sus electores, y si los electores no pueden sentir sus preocupaciones actuales representadas de forma inmediata, no es de extrañar que los hemiciclos se vacíen y que la opinión pública dude de la importancia democrática del Parlamento. Es cierto que gran parte del trabajo de los diputados y senadores se ejerce en comisiones, pero la democracia parlamentaria a nivel de comprensión pública tiene no sólo que hacerse, sino ser vista al hacerse. Buscar la forma en que los diputados tengan un contacto más estrecho con sus electores no debía ser una cosa inimaginable a pesar de las listas electorales cerradas. Porque al fin y al cabo el descrédito del sistema parlamentario en todos sus aspectos sólo puede servir a una desmovilización de la sociedad con todos los peligros que conlleva para la democracia.-