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Entrevista:

"Queremos controlar las empresas públicas"

Pregunta. La Administración vasca reclama un mayor control de las empresas públicas instaladas en Euskadi. ¿Hasta qué punto está también dispuesta a correr con la responsabilidad financiera, con las cargas y riesgos económicos y políticos, en casos como los de Altos Hornos de Vizcaya (AHV) y Acenor, por ejemplo?Respuesta. Hasta el límite máximo. Queremos la responsabilidad total y el control de las decisiones, porque en muchos casos son empresas de sectores para nosotros estratégicos, en las que hoy se produce un claro cruce de competencias entre las administraciones. También desde el punto de vista financiero estamos dispuestos al máximo esfuerzo. Ya hemos hecho aportaciones por encima de nuestro propio sistema financiero, el Concierto Económico, y lo que proponemos es que justamente se reconsidere la financiación global de las empresas públicas.

P. ¿Cree que, desde la perspectiva puramente económica o economicista, el mantenimiento de la actual cabecera de Altos Hornos debe ser un objetivo estratégico, irrenunciable?

R. No. Nuestro propósito estratégico irrenunciable es que se mantenga la actividad industrial derivada de la producción de acero en el País Vasco. Ése es el objetivo irrenunciable. Que se produzca con una tecnología u otra es un tema totalmente accidental que debe obedecer a criterios de rentabilidad económica y social. Lo que plantearnos es que se garantice que al menos dos millones de toneladas de acero por ano puedan incorporarse en el País Vasco al sistema productivo relacionado con la industria siderúrgica. El que esto se produzca en un horno alto o se produzca en otro tipo de instalaciones productoras de acero es indistinto. Ahora bien, un desmantelamiento hipotético tiene que venir acompañado de un plan social que lo haga posible.

P. ¿Son ésas las conclusiones del plan de reestructuración que prepara la Corporación de la Siderurgia Integral para AHV y Ensidesa?

R. El plan de Ensidesa y AHV en estos momentos no está ultimado. Es posible que a finales de enero estemos en condiciones de conocer la propuesta del plan.

P. ¿Puede ocurrir que al final se impongan soluciones de tipo político, social, sobre los análisis estrictamente técnicos?

R. Yo creo que no existen análisis estrictamente técnicos, esa antítesis que suele plantearse. Una empresa de la dimensión de Ensidesa o AHV necesariamente exige soluciones de carácter de mercado, de carácter tecnológico, de carácter económico y de carácter social. Si no se tienen en cuenta estos cuatro aspectos, al menos, no hay plan que valga. Por tanto, el plan de la corporación será una mezcla de estos cuatro aspectos siempre y cuando todo ello vaya dirigido a conseguir una empresa competitiva, algo que tenga posibilidades de futuro en el contexto europeo. Y yo creo que se puede conseguir.

Dos filosofías

P. ¿Cómo definiría las relaciones entre la Administración central y la Administración vasca? A veces da la impresión de que algunas divergencias son más bien postizas, que responden a la necesidad política de desmarcarse.R. No, no, la realidad es que la Administración central y la vasca tenemos hoy día filosofías y criterios totalmente distintos respecto a lo que es la política industrial. Tenemos planteamientos totalmente distintos, antagónicos incluso, respecto a sectores estratégicos de la industria del acero, tanto el integral como el de aceros especiales. Lo que pasa es que hacemos un gran esfuerzo para tratar de encontrar soluciones más o menos coincidentes. Pero no es fácil.

P. ¿Qué razones impulsan al

Gobierno vasco a tratar de participar en la construcción del MD-12 de la McDonnell Douglas? ¿Qué justifica una inversión pública de 135.000 millones de pesetas, la cuarta parte del presupuesto de la comunidad autónoma?

R. En primer lugar, el deseo nuestro de participar en un proyecto como el de la McDonnell Douglas responde a la posibilidad de desarrollar el embrión de una industria de estructuras aeronáuticas en el País Vasco. Es un mercado en crecimiento que aporta una gran capacidad de innovación tecnológica y que podría situamos en el desarrollo de determinadas actividades industriales propias del próximo siglo y que encajan perfectamente con nuestra estructura industrial y económica. Podemos hacer esa inversión porque un proyecto de este tipo supondría además la creación de 6.000 empleos industriales, entrar en un nuevo sector y manejar materiales de futuro en la industria de la aviación y del automóvil, como los materiales plásticos, la fibra de carbono, el aluminio...

P. ¿El capital privado llamado a participar no se muestra desconfiado?

R. El que la empresas privadas sean más reticentes ante este tipo de proyectos en la fase inicial es perfectamente normal. Estoy convencido de que en el momento en que el proyecto esté totalmente definido, el capital privado encontrará los niveles de rentabilidad que les harán entrar. Pero también quiero decir con toda claridad que el acuerdo que las administraciones vascas hemos suscrito para poder presentar una oferta de financiación de las alas del MD-12 implica la constitución de un consorcio privado para la realización del proyecto. Si no hay iniciativa privada, el Gobierno vasco no pondrá el dinero.

P. ¿El objetivo no es también conseguir que una multinacional líder se establezca en Euskadi y con su propia presencia venda una imagen distinta del País Vasco?

R. Sí, es muy importante, qué duda cabe. No es la razón fundamental que pueda justificar el proyecto, pero sí es una ventaja adicional.

P. El día en que usted tomó posesión de su cargo dijo que la inversión extranjera es clave para la recuperación económica del País Vasco. ¿Cuál es el resultado real de los esfuerzos dirigidos hacia Japón, Estados Unidos y Europa?

R. Los resultados inversores requieren mucho tiempo, pero sí se puede decir que en estos seis meses, más de 10 sociedades extranjeras han tomado participación en empresas vascas, otras muchas siguen desarrollando sus inversiones aquí y ha aumentado también, aunque de manera todavía muy reducida, el porcentaje de participación de empresas extranjeras y del Estado. Sobre todo, estoy convencido de que se van a producir más a partir del próximo año como consecuencia de las que están ya en marcha.

P. ¿Cuál es la dimensión real de la crisis? ¿Es peor que la de los años ochenta?

R. No, no es comparable con la de los años ochenta. Digamos que el único elemento verdaderamente negativo a la hora de hacer esa comparación es que, desde 1982, 1991 ha sido el peor año en cuanto en intercambio comercial. Hoy los ajustes son distintos a los años ochenta. Hay que convencerse de que vamos a vivir en un proceso de reconversión permanente, que no hay que confundir con pérdida de empleo.

"Seguiremos siendo industriales"

P. ¿Y qué panorama industrial presentará el País Vasco en el año 2000? ¿Seguiremos dependiendo de la industria intensiva?R. En el año 2.000 seguiremos dependiendo prácticamente de los mismos sectores hoy existentes, aunque estaremos en mejores condiciones. Dispondremos de tecnologías más modernas y mantendremos los 250.000 empleos industriales con que contamos actualmente. Tendremos una población activa muy similar, unas 750.000 personas, estaremos en una tasa de desempleo del 6% o 7% y habremos desarrollado un tejido industrial básico potente. Seguiremos siendo una sociedad básicamente industrial y competitiva. Nuestra dependencia energética será mucho menor, porque nos autoabasteceremos en un 40%, frente al 10% actual, y tendremos un crecimiento económico próximo al 3%.

P. Ese panorama tan optimista contrasta bastante con la sensación de pesimismo que existente hoy en la sociedad vasca.

R. Es un planteamiento realista, bien sustentado. Lo que pasa es que, en este momento, el panorama industrial está muy empañado por la recesión, que se contempla como muy dura, porque, al contrario de lo que ocurre en otros lugares del Estado, nosotros sí estamos afrontando los problemas. Están además los casos de AHV y Acenor, que generan cierta psicosis, y luego, claro está, los problema estructurales. Si nos enfrentamos a los problemas, tal y como lo estamos haciendo, si desaparece ETA dentro de este final de siglo, si hay captación de inversiones habrá optimismo.

P. ¿Es cierto que en su viaje a Japón la pregunta inevitable con que se tropezaba siempre era "¿qué pasa con ETA?"

R. Sí. Nuestra presentación ante los representantes de la industria japonesa de componentes del automóvil coincidió, además, con un grave atentado. El titular de periódico con que nos encontramos al llegar a Tokio fue: "Tres bombas vascas matan en Madrid".

P. La indefinición sobre el modelo político, las invocaciones genéricas a la independencia, la sensación de permanente provisionalidad, constituyen. también un obstáculo?

R. Todo influye en el momento de tomar una decisión, pero posiblemente menos de lo que internamente nosotros podamos llegar a pensar.

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