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"La libertad de expresión es la vida misma"

Pregunta. Durante más de 1.000 días ha vivido bajo la amenaza de una condena a muerte. ¿Cómo se vive en esa situación?Respuesta. De una forma extraña, ya no siento casi nunca el miedo que sentí los primeros días. En un determinado momento, pensé, "si me paso la vida con miedo y preocupado por dónde llegará la bala, me voy a volver loco." Y entonces me dije a mí mismo, "tengo la mejor protección que el Gobierno británico me pueda ofrecer, y la organización de la protección es su trabajo, no el mío". Fue una especie de truco mental. Sobre lo que me tenía que preocupar yo era sobre cómo el miedo podría influir en mi psique y tratar de seguir siendo lo que soy.

P. ¿Y funcionó ese truco?

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R. Sí. Aunque no puedo negar que no pase momentos de desánimo, porque los paso. Pero en conjunto, en el día a día, funciona.

P. ¿Con qué frecuencia se muda de casa?

R. No he hecho la cuenta exacta. Hay una casi leyenda sobre mis frecuentes mudanzas. Pero nunca ha sido un problema.

Cuestión de instinto

P. ¿Pero más de una docena de veces?R. He estado en muchos lugares, algunas veces por pocos días, otras veces durante largos períodos. He visto muchos lugares del Reino Unido que no había visto antes. Cuando estoy en lugares con amplios espacios abiertos, puedo incluso salir a pasear. Intento recuperar poco a poco la normalidad que me es posible. Y esto es una cuestión de instinto, prudencia y debate. Pero desde el principio he pensado que lo más peligroso para mí sería convertirme en un prisionero institucionalizado, entregar el control de mi vida a las personas cuyo trabajo es mi vigilancia. Es por esto por lo que he forzado constantemente los barrotes de la jaula e intentado ser fuerte.

P. ¿Qué tipo de vida social lleva?

R. Casi sólo telefónica. Llamo a los amigos.

P. ¿Lee?

R. Sí, leo. Hasta cierto punto, levo una vida de escritor.

P. ¿En ese sentido su vida no ha cambiado?

R. Antes si no tenía varias horas para estar en una habitación yo solo, me irritaba y me ponía nervioso. Ahora, ese momento especial ocupa todo el día. Antes me gustaba el contraste entre las horas de trabajo y las de la vida social. Eso lo he perdido. Y ésta es una pérdida obvia, real.

P. ¿Quién se ocupa de usted a diario?

R. Sé cocinar. Y tengo lavadora y lavavajillas. Es claro que en mi vida ya he asumido la presencia de policías armados.

P. ¿,Qué pasa con su hijo?

R. Le echo mucho de menos. Escribí un libro para él en este periodo porque era lo único que podía hacer por él. Lo que no puedo es satisfacer las múltiples y naturales exigencias que un niño de su edad tiene respecto a su padre. Hablo con él todos los días por teléfono. Pero es una privación tremenda, no sólo para mí sino sobre todo para él. Lo que ha sucedido es también un asalto a sus derechos.

P. Usted ha afirmado que su matrimonio ha terminado. ¿Esta ruptura fue causada por la situación?

R. No ayudó, pero no fue el factor principal. Había otras cosas que ya no funcionaban.

P. Volvamos al aspecto político. Los rehenes han sido liberados. ¿Ayuda eso a su causa?

R. Siempre he pensado que podría ayudar. Porque, en cierta medida, he sido rehén de la situación política. Siempre que alguien ha intentado convertir mi caso en un caso público, discutirlo abiertamente, se ha sugerido que eso habría prolongado la situación de los rehenes. Ahora, ya que los rehenes están libres, puedo hablar con más libertad.

P. ¿Cuál es la otra cara de la moneda?

R. Lo que me preocupa es saber si la gente siente un enorme y comprensible deseo de poder decir, "Gracias a Dios, todo ha terminado." Y que si entonces alguien dice "Perdón, pero hay todavía un problema" pueda producir irritación. "No queremos oír ni hablar de ese problema porque todo ha terminado y queremos celebrar la Navidad en paz." Lo que quiero decir es, "No ha terminado todo."

P. ¿Qué sintió cuando el Reino Unido volvió a establecer relaciones diplomáticas con Irán el año pasado?

R. Una mezcla de sentimientos. Habría deseado, sin duda alguna, una declaración oficial sobre el caso Rushdie. No se hizo esa declaración, aparte de una vaga declaración sobre la no interferencia de Irán en los asuntos internacionales británicos. Por desgracia, unos meses después se produjeron unas feroces declaraciones por parte iraní sobre la amenaza, y la recompensa por mi cabeza se duplicó.

R. ¿Hasta tres millones de dólares?

R. Hasta dos millones, un alto precio. Y he oído que el traductor italiano de mi novela ha sufrido un atentado. Y que el traductor japonés ha sido asesinado.

P. ¿Cuál es el programa de su visita a EE UU?

R. Es necesario recordar constantemente a la gente que esto no es un asunto banal. No se trata de un escritor del Tercer Mundo con problemas con el poder local. La publicación de un libro es un acontecimiento mundial. El intento de censurar un libro es, también, un acontecimiento mundial. No se trata de un caso personal, el mío.

P. ¿Su problema tiene que resolverse a nivel político?

R. Sí.

P. Pero eso, ¿puede incluir las relaciones comerciales, el tráfico de armas, otras cosas? ¿Espera ser parte de algún tipo de ecuación política?

R. No es que espere ser parte, sino que lo soy, lo quiera o no lo quiera. El Gobierno iraní viola las leyes internacionales y, al mismo tiempo, está tratando de acercarse a Occidente. Como ciudadano del Reino Unido y de Europa, puedo esperar, por lo menos, que la mayoría de los países y sus aliados digan a Irán, "si quereis poner en orden vuestra casa, demostradnos que..."

P. ¿Y el caso Rushdie entra dentro?

R. Sí. Ambas partes tienen un interés real en lograr un acercamiento mutuo. Occidente considera a Irán una potencia en el Golfo. Irán desea reconstruir su economía y desempeñar un papel total en la comunidad de naciones, y eso es legítimo. Mi parte es una parte minúscula en esa ecuación, pero es muy importante para mí.

P. ¿Se siente alguna vez descorazonado?

R. Claro que sí. Ha habido periodos de tiempo en los que he pensado que no volvería a escribir. ¿Cuál era la causa de todo esto? Sólo escribí una novela, una novela complicada de 500 páginas, que insultó a gente que ni siquiera la había leído. Uno espera un debate, o una discusión, lo que considero una función legítima del arte. Lo que uno no espera es que se intente bloquear su publicación y asesinar a su autor.

Compromiso por la libertad

P. El año pasado se convirtió al Islam, ¿por qué?R. Creo que es necesario encontrar una forma laica de ser musulmán. Hay mucha gente en el mundo islámico que siente de esa forma -una identidad con una determinada cultura y sus valores- pero que no son creyentes desde el punto de vista teológico. Eso era lo que intentaba decir, o habría dicho a cualquiera que hubiera querido escucharme. Pero inmediatamente fui tachado de traidor a mi propia causa y de hipócrita.

P. ¿Por qué no funciona la presión política? ¿Se puede vivir con una sentencia a muerte para toda la vida?

R. No quiero ni siquiera pensar en la posibilidad que usted apunta porque no creo que la situación sea tan desesperada. No voy a aceptarla para siempre.

P. Ha dicho que la libertad de expresión es la vida misma. ¿Merece la pena luchar por ella?

R. Sí, vale la pena. Ya lo creo que vale la pena. Aunque, naturalmente, nadie desea una deformación tan grave de su vida normal; realmente, no creo que en el futuro me suceda algo de tal magnitud. Pero por lo menos es un compromiso con la libertad. Por lo menos es en lo que creo más firmemente. Y, además, es posible luchar por ella. Por lo menos se lucha por una cosa justa.

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