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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El derrumbe

Con la solicitud de admisión a la recién creada Comunidad de Estados Independientes (CEI) de las cinco repúblicas ex soviéticas de Asia central -Kazajstán, Kirguizistán, Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán- y el consiguiente abandono de los parlamentarios del Sóviet Supremo de todas las repúblicas adscritas a la citada comunidad, se pueden dar por oficialmente extintas la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y su proyecto de alternativa oficial, el Tratado de la Unión. Mijaíl Gorbachov, su presidente hasta hoy, podría presentar la dimisión en cualquier momento, una decisión casi innecesaria al no tener de hecho competencias o, en todo caso, únicamente las de finalizar el proceso de transición de la forma menos traumática posible. La incorporación del bloque de las repúblicas musulmanas al acuerdo de Minsk reduce también la posibilidad de enfrentamientos entre las comunidades eslavas y musulmanas.Los Parlamentos de Ucrania, Bielorrusia y Rusia han ratificado el acuerdo de Minsk del pasado 8 de diciembre, en el que sus respectivos presidentes decidieron crear la CEI. El respaldo de! los Parlamentos a una Comunidad que establece amplias zonas de acción común -economía, defensa, política exterior, etcétera- permite abrigar ciertas esperanzas de racionalización en. unos momentos históricos en los que con frecuencia predomina la pasión irracional de los nacionalismos radicales.

En el ámbito militar, y más específicamente en la cuestión del armamento nuclear -preocupación prioritaria para el mundo occidental-, cabe señalar el encuentro de Yellsin con la plana mayor de los militares soviéticos -empezando por el ministro de Defensa, Chapochnikov- para explicarles que la nueva Comunidad quiere mantener un úníco espacio militar estratégico y un mando único sobre el arma nuclear.

Estados Unidos ha ido más lejos en sus propuestas: facilitar y coordinar las ayudas occidentales suficientes para superar el terrible invierno a cambio de la destrucción del arsenal nuclear. Mañana, domingo, llegará a Moscú James Baker, secretario de Estado norteamericano. Allí explicará la convocatoria de una conferencia internacional en Washington, en los primeros días de enero, para acometer la urgente ayuda humanitaria a la desmembrada Unión Soviética. Todo parece indicar que EE UU ha aceptado ya a la CEI como un hecho irreversible, sobre todo tras saber que Kazajstán, la segunda república por extensión y poseedora también de armamento nuclear, había decidido incorporarse a la nueva comunidad.

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En todo caso, sería absurdo pensar que la Comunidad, por su sola existencia, va a resolver los choques -incluso las guerras- que enfrentan ya a varias nacionalidades en partes de la antigua URSS, sobre todo en el Cáucaso. La Comunidad nace con el deseo de superar la transición política de una forma controlada, pero surge también con una fragilidad absoluta. Carece por ahora de órganos capaces de conciliar los conflictos latentes entre las repúblicas. Será difícil que pueda contener la tendencia perniciosa de éstas a crear ejércitos propios, lo cual puede ser una amenaza para los procesos de desarme que desempeñan ya un papel decisivo en la actual política internacional, después del fin de la guerra fría. En ese proceso de liquidación del pasado, el factor más explosivo es la situación económica: un caos que no tiene remedio a corto o medio plazo y que condena a la población a una miseria doblemente penosa en los meses de invierno. El dato del cierre de casi la mitad de los aeropuertos por falta de combustible en un país que hace pocos meses era el primer productor mundial de petróleo es terrorífico.

La antigua Unión Soviética vive los momentos de incertidumbre y caos que parecen acompañar al derrumbe de un imperio. Mijaíl Gorbachov puede estar a punto de incorporarse al reducido grupo de líderes políticos que conforman lo que Hans Magnus Enzersberger llamó Ios héroes de la retirada", personajes clave en el devenir histórico de un fin de siglo vertiginoso e irrepetible.

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