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Los Doce intentan superar los seis vetos británicos a la unión política europea

Los ministros de Exteriores de la CE se reúnen hoy en Noordwijk (Holanda) para celebrar el cónclave previo a la cumbre de Maastricht. El objetivo es superar los seis vetos británicos a puntos claves del proyecto de tratado de unión política. España llega a la reunión sin ninguna garantía de recibir más de la CE y pagar menos, objetivo que el Gobierno ha situado como listón para dar su sí a la reforma. El acuerdo, según fuentes de la CE, "sólo podrá ser de mínimos".

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La presidencia holandesa repartió ayer el último texto del proyecto de tratado: 136 páginas de artículos en los que los aspectos claves son puntos abiertos.El cónclave de Noordwijk había sido presentado como la última ocasión para negociar el paquete global. En la víspera, portavoces de numerosas delegaciones coincidieron en la apreciación de que el lo tomas o lo dejas final se producirá el 9 y el 10 de diciembre en Maastricht y tendrá como protagonistas a los jefes de Estado y de Gobierno.

Para evitar que trascienda el ruido del debate entre los ministros -España estará representada por el secretario de Estado Carlos Westendorp-, Holanda, por una vez en el semestre, ha tomado una decisión preventiva aplaudida por los Doce. La sala de prensa estará situada en La Haya, a 20 kilómetros de un lugar de reunión vetado a la curiosidad pública.

Aunque todos los países tienen reivindicaciones abiertas o temas prioritarios para sus intereses, la negociación girará en torno a los seis vetos, británicos o a las cesiones que habrá que hacer para que el Reino Unido acepte subirse al carro de la unión política. Olvidada la euforia desatada por la unificación alemana, "de Maastricht no podrá salir más que un tratado de mínimo común denominador", según un experto comunitario.

El Gobierno británico rechaza una Comunidad de "vocación federal", lo cual no es sino una cortina de humo con la que afi menta el nacionalismo en su política interna. Para un alto diplomático español, el espíritu federal "será el espantapájaros a sacrificar para intentar salvar la cumbre".

De los vetos británicos preocupan más el que niega la posibilidad de tomar por mayoría decisiones sobre la puesta en práctica de acciones de política exterior común previamente decididas por unanimidad. El Reino Unido no quiere renunciar a la política del último recurso. Tampoco los británicos aceptan que la Unión Europea Occidental (UEO), en el futuro, pueda ser una institución integrada en la Comunidad a la que los Doce -el Consejo Europeo- le puedan dar instrucciones directas.

Rechazo

Los británicos rechazan también el poder de codecisión del Parlamento Europeo, que la Comunidad tenga competencias en política social o que la CE pueda tener algo que ver en el campo de la cooperación judicial y policial.

Lo que al Reino Unido más le preocupa no es tomar algunas decisiones comunes en la lucha contra la droga, el terrorismo o el crimen organizado, sino que la Comunidad Europea pueda condicionar su política de inmigración.

El contrapunto a John Major serán Helmut Kohl, François Mitterrand y Felipe González. Pero a España el texto holandés, aunque le concede la unanimidad para aspectos sensibles como el de protección del medio ambiente, le deja la herida abierta de la cohesión económica y social.

El artículo 130 B del proyecto no contempla otros fondos comunitarios que los que ya existen, según el Gobierno español claramente insuficientes. Sin garantías de corrección del dinero que se paga y se recibe de la CE, el Gobierno ha reiteradamente anunciado que no podrá dar su sí a la unión política. Algún ministro, como el de Economía, Carlos Solchaga, ha apuntado que es posible en ese supuesto un veto en las Cortes a la hora de ratificar este tratado y el de unión económica y monetaria.

Los problemas de dinero, serán debatidos en 1992, bajo presidencia portuguesa, pero España quiere antes un compromiso suficiente de los Doce. Las perspectivas financieras de la Comunidad para los próximos años tienen un doble filo para España. Si los Doce asumen el coste de una política exterior común, España pasará de ser beneficiario neto a contribuyente. Ese vuelco a las condiciones con que se firmó el ingreso, sólo tiene una solución: que el nuevo recurso tenga en cuenta la prosperidad relativa. Es decir, que beneficie a los más pobres y que los menos desarrollados reciban más fondos de la CE.

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