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Crítica:TEATRO- /'VIAJE DE UN LARGO DÍA HACIA LA NOCHE'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

O'Neill, como Chéjov

Stanislawski, sin quererlo, trajo algunos males al teatro, dentro de muchos bienes. Uno de los daños fue el ejemplo de que su resurrección de Chéjov, después de maltratado, elevó a mito y a magia la condición del director de escena; otro, la impregnación del propio Chéjov para siempre y para todo. En América sus discípulos fueron Lee Strasberg y luego su hijo, John Strasberg, creador uno y continuador otro del método del actor`s studio. Hace poco vimos un García Lorca dirigido por John Strasberg (Doña Rosita ... ) que tenía el aire chejovniano de El jardin de los cerezos; pasa lo mismo ahora con la comedia dramática de O'Neill Viaje de un largo día hacia la noche; aun dentro de la excelencia de su dirección y de la perfección de los actores. Es evidente que puede verse así, pero la longitud de la obra, la sucesión de sus monólogos, no parecían recomendar el baño de tristeza y de melancolía, la grisura del decorado oscuro, la voz tenue de los actores. Strassberg quiere ir a la vida interior de los personajes, pero está simplemente expuesta en su exterior, en la repetición del fracaso de cada uno, en esta relación de amor que hay entre todos ellos, unida a la de repulsión por cómo se reflejan sus caídas en los fracasos de los otros.

Viaje de un largo día hacia la noche

Eugene ONeill, traducción de Beatriz Couceiro. Intérpretes, Julieta Serrano, Héctor Alterio, Jaume Valls, Ramón Madaula, Carmen Balagué. Escenografia y vestuario de Carlos Cytrynowski. Dirección: John Strassberg. VIII Festival de Otoño. Teatro Albéniz. Madrid, 30 de octubre.

Exceso de monotonía

Quizá esta objeción no sea tan importante, aunque pueda perjudicar la obra por un exceso de monotonía o de desapego del espectador. Un personaje de teatro es alguien que vive hacia fuera, hacia el público; si resulta tan egoísta como para hablar hacia dentro del escenario, puede ser que se consiga una obra de arte, pero a costa de traicionar la comunicación.La inteligencia y la profundidad de Strassberg se revela en la forma de dar continuidad a la obra y de narrarla, en la concentración de los grupos y en una dirección de actores que puede ser menos importante si tenemos encuenta la calidad de los actores: Julieta Serrano y Héctor Alterio, en la pareja de los padres, y Jaume Valls y Ramón Madaula, en la de los hijos. Cada uno tiene su monólogo y cada uno logra la naturalidad, la fuerza de expresión. Es posible que sin lo que a mí me parece un exceso de envejecimiento en la figura del padre, o sin apagar la voz de Julieta Serrano, hubieran obtenido aún mejores resultados estos dos buenísimos intérpretes. Es acertada, en cambio, la reducción en la actuación de los dos hijos, generalmente representados como demasiado jóvenes y obligados a hacerse más mozos de lo que las palabras mandan; y la forma de las escenas finales, del largo día ahogado en alcohol y droga, sin exagerar las borracheras, como también suele suceder en el teatro menos controlado.

Esta interpretación condujo al éxito, que hubiese sido más encendido si la propia acción de la obra no indujese también a la contención, y si la lentitud de su desarrollo hubiese requerido durante menos tiempo la atención del espectador.

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