González recibe hoy a Shamir y a la delegación jordano-palestina
Movido por el deseo de ser un anfitrión ecuánime de la Conferencia de Paz, el presidente Felipe González recibirá hoy por la mañana a la delegación jordano-palestina, encabezada por Haider Abdel-Shafi y Kamel Abu Jaber, y, a primera hora de la tarde, al primer ministro israelí, Isaac Shamir, según indicaron fuentes diplomáticas. Después, a las seis de la tarde, se entrevistará con el presidente de Estados Unidos, George Bush.
A finales de la semana pasada, el embajador israelí en Madrid, Shlomo Ben Amí, transmitió a González el interés de Shamir, que llega hoy a mediodía, por hacerle una visita de cortesía en el palacio de la Moncloa. Acceder al deseo del primer ministro habría resquebrajado la imagen de imparcialidad que el Gobierno español intenta dar, a menos que recibiera, por otro lado, a la más significativa de las delegaciones. De ahí que la diplomacia española casi haya alentado a la representación jordano-palestina a pedir audiencia.
El proyectado viaje de González a Israel, previsto para el 27 y 28 de noviembre, según proponen los españoles, o para el 1 y 2 de diciembre, según desean los israelíes, plantea un segundo quebradero de cabeza al Gobierno. Aunque está apalabrada desde antes del verano, la visita se realizaría, en opinión de González, en un momento inoportuno si, para esas fechas, sigue en Madrid la Conferencia de Paz o ha sido interrumpida antes de reanudarse en la capital de España.
Imparcialidad
De ahí que, para no dar la impresión de favorecer a una de las partes, el presidente español baraje dos soluciones: aplazar el viaje o ampliarlo incluyendo alguna capital árabe de la región. Por de pronto, el 20 de noviembre irá a Argel y 10 días después es posible que se desplace a El Cairo o Ammán.La visita a la capital argelina está, sin embargo, prevista desde hace 10 meses. "Se daría así una impresión de equilibrio", comentó un alto funcionario que pidió permanecer en el anonimato. "Además, un viaje del presidente a la zona permitiría capitalizar en parte el protagonismo de España como anfitrión de la conferencia".
Poco antes, incluso, de que se anunciara la designación de Madrid como sede de la Conferencia, el Gobierno español, consciente de las posibilidades de éxito de su candidatura, se esforzaba ya por adoptar una actitud equidistante de ambas partes involucradas en el conflicto de Oriente Próximo. Las declaraciones de los ministros han sido protocolarias sobre el contencioso árabe-israelí.
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