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El acoso sexual se denuncia públicamente en caso distintos países, tras el 'caso Thomas'

A raíz del caso del juez Thomas, denunciado por acoso sexual en Estados Unidos, varios países empiezan a airear sus propias estadísticas, que vienen a demostrar que en todas partes se cuecen las mismas habas. Una encuesta oficial alemana revela ahora que el 93% de las trabajadoras de aquel país asegura haber sufrido acoso sexual. El Gobierno japonés ha minimizado el problema, a pesar de que sus propios sondeos demuestran que un 41% de las empleadas está harto del cerco del jefe y que, según datos de 1989, una de cada cinco japonesas dijo haber sido violada por su superior.

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Sin duda, la resaca del caso Thomas o el ejemplo Hill, corno otros prefieren, tratado ampliamente en todos los medios de comunicación internacionales, está teniendo ya amplias repercusiones en todo el mundo. Coincidencia sospechosa o concienciación repentina, se airean en distintos países estadísticas y denuncias de acoso sexual que hace unas semanas no hubieran tenido el menor eco. El Ministerio para las Mujeres y la Juventud alemán ha sacado ahora a la luz pública una encuesta realizada en 1980 sobre el acoso sexual a las mujeres en ámbito laboral, con la sorprendente conclusión de que el 93% de las trabajadoras alemanas aseguran haber sido molestadas sexualmente durante su jornada laboral. Más de la mitad de las encuestadas se quejaba de agresiones de palabra en forma de consideraciones personales de sus compañeros respecto a su físico o, en general, sobre temas explícitamente sexuales. Un tercio admitía haberse sentido gravemente ofendidas al serles mostradas fotografías pornográficas y material de este tipo. Solo un 3% aseguraba haber sido forzada a realizar actos sexuales bajo amenazas de todo tipo, tanto físicas como profesionales. Una tercera parte indicó que en más de una ocasión había sido pellizcada o palmeteada en las nalgas. La encuesta muestra que una gran parte de las mujeres acosadas eran solteras entre 20 y 30 años, y la mayoría eran nuevas en el puesto de trabajo.

Según el psicólogo Arnd Stein, la actitud de los hombres que acosan, sexualmente a las mujeres en el trabajo, procede del convencimiento íntimo de que "son de su propiedad" y tambien de que su lugar "está en la cocina".

Japón, un país donde crece el número de mujeres violadas o acosadas sexualmente por sus compañeros de trabajo, no esta preparado para introducir una ley que penalice estos abusos, declaró ayer Misoji Sakamoto, ministro portavoz del Gobierno. Según el ministro, las denuncias se resuelven individualmente y la situación nunca ha revestido especial gravedad. Las últimas encuestas oficiales efectuadas en Tokio contradicen estas afirmaciones.

Palmadas en el trasero

En el populoso barrio de Shinjuku, el 41,5% de las 1.255 empleadas consultadas por un organismo público manifestaron estar hartas del cerco a que son sometidas en sus centros de trabajo y a que les palmeen el trasero con impunidad. El 67 % de estas mujeres, temerosas, aguantaron sin denunciar a su agresores, en un 59% de los casos sus propios jefes; el 49,1% enumeró procaces y diarias lindezas, el 42%, manoseos en brazos y hombros y "tocamiento de nalgas" y un 8% confesó haber tenido que aceptar a la fuerza una cita amorosa. En otra encuesta telefónica efectuada en 1989 por la Asociación Daini, con un total de 138 llamadas, una de cada cinco comunicantes afirmó haber sido violada por sus superiores, 15 fueron acariciadas sin consentir y 50 fueron amenazadas o tuvieron que dejar el trabajo.

En 1989, la empleada de un semanario de la capital presentó una demanda de tres millones de pesetas, al cambio, contra su jefe quien amenazó con despedirla si no atendía sus requerimientos eróticos. Yukiko Tsunoda, abogado de la joven, manifestó el pasado lunes que "hasta ese año, el asedio sexual no había tenido ningún eco". Durante el juicio muchos japoneses conocieron, con cierto estupor, que también puede ofenderse a una mujer de palabra.

La Comisión de Igualdad de Oportunidades de Estados Unidos registró 115 pleitos contra compañías niponas por directivos que desde su posición de ventaja quisieron doblegar la resistencia de subordinadas más difíciles que sus compatriotas.

El problema ha sido tratado en Suecia en un libro cuyo título en español es Acoso sexual en el trabajo, escrito por Ninni Hagman, en el que se compilan hechos y situaciones referidos al tema, a instancias del Departamento para la Igualdad de los Sexos. Las formas de acoso denunciadas más frecuentemente en el país considerado como un oasis feminista abarcan una amplia escala. Desde expresiones verbales por parte del hombre hacia determinados atributos físicos de la mujer (piropos), o miradas insistentes cargadas de intencionalidad, a toqueteos que confunden a la mujer porque se desarrollan en un límite entre el gesto amistoso y la intención libidinosa.

Esta información ha sido elaborada por José Martí Font, Juan Jesús Aznarez y Ricardo Moreno.

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