Una reunión irrepetible
Leyendas de la guitarra
Robert Cray, Albert Collins, Bo Diddley y B.B.King. 4.000 personas. Precio: 2.800 y 8.500 pesetas. La Cartuja. Sevilla, 15 de octubre.
El blues es una música básica. Cualquiera que sepa contar hasta 12 (su número de compases) y aporrear tres acordes básicos en una guitarra puede tocar un blues. Para cantarlo, no hace falta ni eso. A partir de ahí el camino es infinito, porque la expresión es tan importante como la técnica. Cuando el blues se encontró con la guitarra, la convirtió en compañera para comentar las penas y dejó de ser canto solitario para transformarse en colectivo. En Sevilla se transformó.El festival Leyendas de la guitarra comenzó con blues. Una inauguración tan magnífica como podría haberlo sido el flamenco, pero el programa era incontestable: B.B King, maestro de maestros; Bo Diddley, duro fajador y fuente de músicas negras; Albert Collins, un heterodoxo, y Robert Cray, dispuesto a coger el relevo. King (66 años), Diddley (63), Collins (59) y Cray (37) estaban acompañados por músicos como Steve Cropper, Dave Edmunds y Chuck Leavell, nombres que aparecen destacados en las enciclopedias del rock.
Dave Edmunds abrió la noche con una versión de la Danza del sable, de Kachaturian, quizá para recordar la mayor ausencia de las cinco noches que, tienen como protagonista a la guitarra: la música clásica. Dio paso a Robert Cray, un excelente cantante y guitarrista que reúne la esencia del blues -sentimiento y capacidad técnica para expresarlo-, pero todavía no ha explotado en madurez. El público comenzó una escalada de entusiasmo que aumentó con Albert Collins, guitarrista original, de estilo duro, áspero y entrecortado. Este tejano es un especialista en dejar los fraseos de guitarra como a medio acabar, para mantenerse después una eternidad en una nota y obligar al público a comenzar una fiesta que ya no decaería hasta el final del recital.
Bo Diddley es auténtica piedra berroqueña, y pionero del rock and roll. Le basta con un acorde para una canción y machacar. Un machaque genial por lo primitivo, que ha inspirado desde James Brown al rap y que hace olvidar la técnica, porque para la catarsis basta con el corazón. Y con B.B.King el blues llegó al cénit.
King es el rey de la expresión en la guitarra de blues. Con su Gibson ES-335 llamada Lucille, King es capaz de hacer sentir cada nota como nadie. No es un virtuoso de la digitación, pero todo lo que hace tiene un sentido único. B.B.King convierte el blues en expresión eterna, porque para la emoción basta un dedo tembloroso sobre el mástil de una guitarra.
Cada músico ofreció tres canciones, dejando al público con la miel en los labios. Juntos ofrecieron un fin de fiesta que también supo a poco porque su reunión es irrepetible.
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