"El poder no acaba de fiarse del intelectual"
Pregunta. Como intelectual, ¿qué piensa de la ley Corcuera? ¿Entendió usted como una broma las frases dé Corcuera sobre los intelectuales?Respuesta. Precisamente no quiero abordar el tema como intelectual porque parecería que entramos en un juego de que los intelectuales, como categoría, están a favor o en contra, o son descalificados o no lo son. Creo que Corcuera tiene un lenguaje específico, pero -él mismo aclaró que no se refería a ninguna categoría concreta en su globalidad. Yo me he planteado esta ley como intelectual, como ministro y como profesor, y creo que se intenta aplicar en nuestro país lo que en los demás países de la CE, en prácticamente todos. Hay que dar respuesta a un problema nuevo, como es el nivel del tráfico de drogas. Hacen falta instrumentos.
P. La inquietud, más que en los instrumentos, parece basarse en sus usos.
R. No veo en el panorama jurídico español otra alternativa que permita resolver el problema mejor que la de Corcuera. Toda ley de esas características, como en su momento la antiterrorista, tiene sus defectos y se presta a excesos. Pero creo que es una ley perfectamente asumible. Y sobre todo me parece que hay algo que subrayar en el fondo de la argumentación de Corcuera: y es que muchas de las desconfianzas se deben a que en mucha gente aún predomina demasiado la memoria del pasado inmediato, cuando la policía era vista desde un ángulo concreto. Y creo que hemos llegado al momento en que se puede ver desde otro ángulo, no como peligro sistemático.
P. Pero, como uno de los padres de la Constitución, ¿no le parece cerca de lo inconstitucional el que la policía pueda penetrar en las casas en caso de sospechar delito flagrante?
R. El problema es lo que se entiende por delito flagrante. Lo que se intenta es agilizar el mecanismo, para intervenir cuando la policía sabe que existe. un lugar donde se vende droga y sabe que si no interviene inmediatamente, esa droga desaparece.
P. De lo que usted dice se desprende que el Gobierno intenta defender los derechos ciudadanos. Pero ¿son ésos buenos métodos?
R. El problema latente en la discusión parlamentaria es saber dónde se sitúa la relación entre libertad y seguridad. La idea es que no se contrapongan. Pero la gestación y redacción de la ley parte de la necesidad de agilizar los mecanismos de lucha contra un problema, el tráfico de drogas, que se está convirtiendo en algo muy grande y que se nos va a ir de las manos a todos. Lo que no creemos es que haya que dejar las cosas como están.
P. Ante problemas como éste, ¿no cree que el Gobierno puede enajenarse a los intelectuales?
R. La relación entre intelectuales y poder siempre es conflictiva. Pero conflictiva porque plantea problemas por ambos lados. El intelectual tiende a ver el poder de un modo bastante esquizofrénico: por un lado se le acerca, por otro lo rehúye. Y el poder, respectb al intelectual, tiene una postura parecida: le necesita, pero no acaba de fiarse, no diré de la lealtad, pero sí de que la relación sea sensata.
Diálogo
P. ¿Y hay alguna solución para eliminar esa distancia, al menos en temas concretos? Por ejemplo, ¿sería buena idea que usted y Corcuera se vayan mañana al teatro, o a los toros?
R. ¿A los toros? Yo voy al teatro. O al cine. En fin, yo creo en el diálogo, en eso tan verdadero de que hablando se entiendela gente; o si no se entiende, también lo comprueba a través del diálogo, de discutir, de verse las caras. Hay intelectuales que son personas a las que quiero mucho, con quienes discuto con frecuencia. Tenemos puntos de vista distintos, pero nos decimos las cosas con claridad, y nos quedamos tan tranquilos. Y no veo por qué esto no va a ser lo mismo con otras gentes. Lo que ocurre es que no es posible con todos.
P. ¿Qué tendrían los intelectuales que conocer de la política?
R. Yo, que he vivido la mayor parte de mi vida política en la oposición -y vaya oposición-, creo que hay un aspecto que quien está fuera del poder no debe olvidar: uno no puede pensar que hace política si rehúye ejercer el poder.
P. ¿Lo sabía usted, o lo ha aprendido en el poder?
R. Le confesaré una anécdota personal: cuando fui requerido para formar parte del Gobierno, estaba escribiendo un artículo sobre este tema.
P. ¿Lo terminó?
R. Lo dejé a medio hacer.
"El 'no es esto' sigue vigente"
Pregunta. Corcuera dice que en España hay más intelectuales por metro cuadrado que en la CE. ¿Se comportan ante el poder de modo diferente a los de la CE?Respuesta. El mundo de los intelectuales es diverso y variado, pero pese a esa diversidad es innegable que también tiene detrás una historia. Una historia y asimismo una ideología, aunque no creo que ya sea lícito identificar cultura e ideología de izquierdas. Si miramos la historia del siglo pasado y del actual, encontraremos que el intelectual español con una visión progresista y deseos de intervenir en política chocaba constantemente con unos regimenes de monarquía absoluta o casi, y luego dos dictaduras militares muy fuertes.
P. Pero ya se está en otra situación.
R. Sí, pero ese pasado ha hecho que el intelectual español se haya sentido siempre muy al margen del poder, al que no tenía acceso a menos que se aviniese a convertirse en bufón o que se vendiese. De ahí proviene una actitud casi anarquizante, según la cual el poder político es malo en sí mismo y punto. Eso es algo que está en la raíz misma de nuestra historia cultural más reciente y es una actitud que no ha cesado. Siempre me ha llamado la atención que los intelectuales que formaron, al Final de la dictadura de Primo, la Agrupación al Servicio de la República, al cabo de sólo unos años dicen, como Ortega o Unamuno, "no es esto". Bueno, "no es esto" ¿qué? Lo que nosotros queríamos. Ah, pero es que aquí interviene mucha más gente. Vosotros sois una parte. Quizá lo que queríais era perfecto, pero el mundo es éste. Creo que el "no es esto" sigue siendo un elemento muy importante en los representantes de nuestra cultura.
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