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Suecia se 'europeíza' y entra en la inestabilidad

Suecia no es inmune a la inestabilidad que azota a diversos países de Europa en los últimos tiempos. El modelo sueco también está en crisis y el futuro se adivina precario para sus Gobiernos. El primer ministro, el socialdemócrata Ingvar Carlsson, tal y como lo anunciara en la noche del domingo al conocerse su derrota electoral, presentó ayer al presidente del Parlamento la renuncia de su Gobierno, que seguirá cumpliendo funciones meramente administrativas.

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El modelo sueco, en entredicho

El peor resultado del partido desde el año 1928, no igualado ni incluso en 1976, cuando perdió frente a la coalición de centro-derecha integrada por los partidos que entonces conformaban el bloque burgués, centro, conservador y liberal, no dejó otra alternativa a Carlsson.El presidente del Parlamento, el socialdemócrata Tage Petersson, inició ayer mismo una ronda de conversaciones con los líderes de todos los partidos para sondear la posibilidad de formar el nuevo Gobierno. Todo indica que será el conservador Carl Bildt el encargado, una instancia que puede llevar un máximo de tres semanas. El Gobierno que pueda formar Bildt es una incógnita. La caída de los otros dos socios naturales de un Gobierno burgués -centristas y liberales- es el primer escollo. La irrupción de Nueva Democracia (populista) con 25 escaños, que lo convierten en un partido bisagra con posibilidades de bloquear cualquier iniciativa, complica aún más la situación.

Primeras dificultades

La primera muestra de esas dificultades se tuvo ya en la noche del domingo, cuando la televisión sueca reunió frente a las cámaras, primero, a los líderes de los tres partidos burgueses establecidos, Bildt, Bengt Westerberg, liberal, y al centrista Olof Johansson, y más tarde, cuando los periodistas incorporaron al democristiano Alf Svensson, y por último, a las dos nuevas ovejas negras de la política sueca, Ian Wachtmeisters y Bert Karlsson, los fundadores de Nueva Democracia.

En las respuestas de los tres primeros al periodista se vio claro la discrepancia entre los líderes de la coalición más factible. El líder liberal reiteró lo que había manifestado durante la campaña electoral; es decir, que no integraría un Gobierno burgués en minoría que dependiera de los votos de Nueva Democracia. El centrista Johansson, que ya durante la campaña había planteado la necesidad de un acuerdo previo sobre algunos postulados en los que su partido no estaba dispuesto a transigir para su eventual participación en un Gobierno, no rechazó tajantemente su colaboración, pero apuntó serias reticencias. Posteriormente fue incorporado a la entrevista colectiva el líder democristiano, el otro socio posible sobre el que no existía un veto previo. Éste, que ingresa en el Parlamento con 27 escaños, algo que le llevó otros tantos años de trabajo conquistar, se mostró cauteloso en comprometerse con un Gobierno en minoría dependiente de los votos de Nueva Democracia. La situación alcanzó su punto máximo de tensión cuando se sumaron a la entrevista los líderes de Nueva Democracia. Tras un frío apretón de manos, que en el caso de Westerberg fue acompañado por un "le felicito, aunque lo lamento por Suecia", aludiendo al triunfo de Nueva Democracia, el líder liberal abandonó el estudio, lo que fue imitado por el centrista y el democristiano.

Las reticencias respecto a los líderes de Nueva Democracia tienen, en buena parte, razones ideológicas -la prédica abiertamente hostil hacia los extranjeros pobres, lesivas referencias a los niños de África, el desprecio hacia los políticos establecidos- por parte de Nueva Democracia. En ese contexto se iniciarán las gestiones para la formación de un Gobierno burgués en minoría. En caso de llegarse a alguna fórmula posible, los analistas políticos no le conceden larga vida.

Los Verdes se van, los populistas llegan

Hace tres años, mientras el ritmo de samba resonaba en las afueras del Parlamento sueco, los diputados del Partido del Medio Ambiente (Verde) ingresaban en él aupados por el voto popular. Mirados con cierta desconfianza al comienzo por la dirección política establecida, recibieron, no obstante, una recepción indulgente que les fue haciendo un lugar entre las fuerzas establecidas. Para muchos era como un aire fresco que penetraba en el ambiente solemne y a veces aburrido del Parlamento sueco. Pero el impacto de la mortandad de focas en las costas del país se fue debilitando y la irrupción de problemas más acuciantes, interno! y externos, desdibujaron el papel de los defensores del hábitat humano. Se sumó a ello la inexperiencia en el trabajo parlamentario, las discrepancias en la direccción de un partido que se resistía a adoptar las estructuras que caracterizan a éstos, discrepancias que se hicieron públicas y fueron minando la confianza del electorado.Los Verdes han quedado fuera del Parlamento, pero han logrado mantener su presencia en muchas comunidades del país. No están totalmente marchitos y confían en volver dentro de tres años porque las razones que les dieron vida están cada día más vigentes.

En su lugar ha aparecido otro cuerpo extraño en el Parlamento sueco, Nueva Democracia. Si los Verdes habían sido recibidos con cierta indulgencia en el recinto, no cabe decir lo mismo de los nuevos contertulios parlamentarios. Reclutadores del descontento con un mensaje, más que populista, populachero, repiten otras experiencias que han sido flor de un día en los países nórdicos y algunos otros de Europa. Fundado hace 10 meses por un conde empresario y el dueño de un parque de atracciones, logró la hazaña de conquistar 24 escaños en el nuevo Parlamento. Algo que a los democristianos, el otro nuevo habitante del Parlamento sueco, les llevó 27 años de prédica paciente. Nueva Democracia es considerada un cuerpo extraño en la escena política sueca, cuya compañía no desean ni aun aquellos que tienen algunos puntos de coincidencia con ella. Esto no ocurre con los democristianos.

Es difícil saber cuál será el futuro de estos nuevos partidos. Alf Svensson trabajó pacientemente durante muchos años. Nueva Democracia ha usufructuado vientos que pueden ser pasajeros y realizado un trasiego de descontentos de otras tiendas. Es más difícil que perdure. Por el momento, uno de los fundadores de Nueva Democracia, Bert Karlsson, recibió ayer su primera reprimenda en su nueva carrera parlamentaria al presentarse en calcetines en la tribuna, y la presidencia parlamentaria le conminó a que aprendiera los modales parlamentarios.

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