Litri torea ortodoxamente
Litri tuvo la feliz ocurrencia de intentar un toreo próximo a la ortodoxia y los cánones; es decir, justamente al revés del que suele practicar la mayoría de sus tardes, caracterizado por su lidia zarrapastrosa, amén de sus litrazos. Su faena al sexto, un serio galafate badanudo y alto de agujas, que pesó 560 kilos, fue de una estimable aproximación a esos cánones clásicos. Allí no había arte, algo que parece incapaz de alumbrar el onubense, pero sí ortodoxia y entrega.Bien es cierto que tan sólo en la primera parte de la faena, cuando desflecó repetidas tandas de redondos y naturales ligados en un palmo de terreno y con el broche de buenos pases de pecho. El alboroto final de los espectadores lo consiguió echando mano de su farruco toreo tremendista, que realizó con la misma garra; y el éxtasis se produjo con los molinetes en reclinatorio y sus temerosos desplantes lanzando los trastos bien lejos. Para no afear esta labor agarró un magnífico estoconazo hasta los gavilanes después de pinchar una vez en hueso, volcándose sobre la testuz en ambas ocasiones.
Núñez / Manzanares, Domínguez, Litri
Cinco toros de Carlos Núñez (uno fue rechazado en el reconocimiento), desiguales de presentación, cómodos de cabeza, flojos, mansotes, nobles, manejables. 1º, de Javier Molina, bien presentado, flojo y noble.José Mari Manzanares: media delantera (pitos); bajonazo (pitos). Roberto Domínguez: bajonazo (ovación); bajonazo perdiendo la muleta (silencio). Litri: estocada desprendida perdiendo la muleta (oreja); pinchazo y estocada (oreja); salió a hombros. Plaza de Albacete, 13 de septiembre. Sexta corrida de feria. Lleno.
Ya había obtenido otra oreja, de menor peso específico, con Rabiosino, el cariavacado que saltó a la arena en tercer lugar. Ahí fueron más sus rabiosos gestos y adornos para la galería que el toreo de ortodoxia, sólo festoneado en las dos primeras series de redondos. En cualquier caso, Litri, con sus ganas, honradez y profesionalidad, se distanció de unos apagados, cansinos y apáticos Domínguez y Manzanares.
El vallisoletano repetía tras el esfuerzo de su primera tarde, cuando anduvo con ciertas ganas de agradar. Pero debió de agotar entonces su cupo de profesionalidad dedicado a Albacete y ayer ya fue el Domínguez habitual de ésta su flojísima temporada. Aunque conserva la pillería de taparse simulando grandes acaloros e intercalando algún pase suelto entre tanto barullo y baile. Destacó su subalterno Curro Cruz, quien banderilleó soberbiamente al bizco segundo.
A Manzanares ni siquiera le importó taparse. Inasequible al desaliento y a las opiniones del público en su contra, trapaceó a la defensiva y con enormes preocupaciones a sus dos enemigos, noblotes y tontorrones para matarlos aviesamente a ambos.
Babelia
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