"La desintegración de la URSS es el delito del siglo"
Alexandr Projánov, que cantó las loas al Ejército Rojo en Afganistán, es el director de la revista Den (El Día), que después del golpe se autodenomina "periódico de la oposición espiritual". Den ha prestado sus páginas a los sectores patrióticos ruso-soviéticos: oficiales, representantes del complejo militar-industrial, dirigentes del KGB, eclesiásticos, monárquicos y antisemitas."La desintegración de la URSS es el delito del siglo, y son delincuentes y canalIas quienes han destrozado sistemáticamente, durante los últimos seis años, esta gran potencia y han privado a Rusia de su desarrollo estratégico. Y si hay que elegir entre observar la llamada Constitución -un conjunto extraño de leyes misteriosas y sin sentido- y el Estado, por supuesto que elegiré lo último y despreciaré lo otro. En los últimos años, todos -el presidente, los micropresidentes, los diputados- transgredían la Constitución. El órgano principal de poder popular es el referéndum, y el pueblo votó por el mantenimiento de la URSS, pero Gorbachov desintegró el imperio con sus decretos. ¿Quién es el delincuente? ¿El Comité Estatal de Emergencia?".
Dos golpes de Estado
Projánov opina que se han producido dos golpes de Estado de sentido opuesto. "Los partidarios del Estado tradicional, comprendiendo el potencial destructivo de Gorbachov, formaron su propia conspiración. En sentido contrario se formó otra conspiración de carácter liberal-democrático. Los dos golpes iban al encuentro uno de otro, como si se tratara de los defensores y los asaltantes de una fortaleza que cavaran túneles en dirección opuesta. Lo que sucedió entre el 19 y el 21 de agosto fue el choque entre los dos golpes".
Projánov cree que, si no se hubiera iniciado la perestroika -"seis años de destrucción ciega que han transformado el país en un basurero"-, el Estado soviético se hubiera podido conservar a base de liberar recursos de la industria de defensa -"una vez conseguida la paridad con EE UU"- para la economía civil.
Sin embargo, algo impedía que las fuerzas intelectuales que se habían dedicado a la industria militar y al Cosmos se dedicaran también a la vida cotidiana. Se trataba, según Projánov, de "una generación de políticos corruptos que no estaban interesados en el desarrollo del Estado y vivían sólo de sus intereses personales y corporativos".
"Occidente nos ha destrozado a través de Gorbachov", señala el escritor, quien considera al presidente de la URSS como el Iíder más negativo de toda la historia rusa". "Al frente de los destinos de Rusia hubo idiotas, verdugos, filósofos, dirigentes duros como Pedro I, ladrones como Leonid Bréznev, pero nunca hubo traidores. El [Gorbachov] es el primero".
Projánov pronostica inestabilidad y conflictos bélicos en el territorio que ha formado la URSS. Él cree que todas las repúblicas que abandonan la URSS lo hacen bajo el estandarte de las ideas nacionales, y sólo Rusia ha sucumbido a una idea internacionalista . El Gobierno ruso, opina, reprime la idea nacional rusa y a los escritores rusos. Si a la cabeza de Rusia permanecen líderes que propaguen una filosofía proamericana, entonces Rusia se dividirá en fragmentos y la idea de una civilización euroasiática será irrealizable. Pero si Yeltsin, o cualquier otro, sufre una metamorfosis como Stalin, que empezó como líder internacionalista y acabó como defensor del imperio ruso y renunció a la revolución mundial que le regaló Lenin, entonces Yeltsin puede concentrar todo el potencial nacional, espiritual y político de Rusia y convertirse en un líder nacional. Si Yeltsin se convierte en un líder ruso podrá dialogar con Ucrania y con Kazajstán".
El nacional-patriotismo
El manifiesto La palabra al pueblo era un intento de aglutinar a todo el movimiento nacional-patriótico, que tenía un espectro muy abigarrado, señala Projánov. En un extremo estaba el Partido Comunista de Rusia -es decir, el nacional-bolchevismo-, y en el otro, los monárquicos. Y en medio, eclesiásticos, literatos, filósofos. A finales de 1990, el movimiento convocó una conferencia "por una Rusia única e indivisible". El resultado fue un proceso de unificación que estaba en los antípodas del Movimiento de las Reformas Democráticas (MRD), dirigido por Edvard Shevardnadze. Si el MRD se proponía concentrar a los reformistas, el movimiento nacional-patriótico hacía lo propio con los conservadores. Entre ambos movimientos existía una simetría y ambos intentaban atraer a los comunistas a su campo.
"El texto de La palabra al pueblo lo escribí yo, aunque sufrió algunas correcciones. Los militares suavizaron las alusiones al Ejército y el Partido Comunista de Rusia reforzó los párrafos dedicados a los sóviets [consejos], pero el texto es mío", dice Projánov.
Entre las 12 firmas recogidas estaba la de Guennadi Ziuganov, secretario del Partido Comunista de Rusia, y Borís Gromov, el primer viceministro del Interior, que, según Projánov, retiró su firma bajo la presión del ministro Borís Pugo. Projánov tiene buenas relaciones con los firmantes. A Varenikov, hoy detenido, le conoció en Afganistán. Varenikov, ex jefe de las tropas de Infantería, "no es un militar de despacho. Ha estado en el frente y fue desde Stalingrado hasta Berlín. No era un militar zafio, sino un político fino que puso a prueba sus cualidades en Afganistán".
Projánov estaba en casa de la familia de Varenikov hace pocos días, cuando llamó el abogado para decir que el general estaba bien y que ahora le daban también mantequilla. Oleg Baklánov, vicepresidente del Consejo de Defensa de la URSS, también detenido, es un viejo amigo de Projánov. Ambos han viajado juntos por las ciudades militares cerradas y han mantenido numerosos diálogos periodísticos sobre el complejo militar-industrial.
Proceso político
Projánov se reunió con BakIánov en el edificio del Comité Central media hora antes de que éste fuera arrestado el 22 de agosto, cuando Gorbachov ya había regresado a Moscú.
"Estaba solo en su despacho, con las puertas abiertas de par en par. Conversamos brevemente. Me dijo que le buscara un abogado de orientación patriótica. Yo sólo le pregunté si estaba implicado Gorbachov. Me miró y me dijo que no. También me dijo que quería un proceso político". En la noche de aquel día, Oleg Sheinin, el secretario del Comité Central, llamó por teléfono a Projánov pidiendo una entrevista. Quedaron para el día siguiente, pero esa mañana llamó la esposa de Sheinin anunciando que le habían arrestado. "Era una mujer muy elegante y muy trágica que me trajo un llamamiento al partido. Sheinin decía que apoyaba el rumbo de la política de abril de 1985, pero no el de abril de 1991, cuando había quedado claro que la perestroika iba a liquidar la URSS y destrozar el partido".
Una de las consecuencias del golpe, según Projánov, es la eliminación de los comunistas del bloque patriótico. "No confirmaron nuestras expectativas. Pensábamos que aportarían su enorme potencia y estructura, pero resultaron incapaces de defenderse a sí mismos. ¿Para qué relacionarse con ellos, pues?".
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